Por Karime Aguilera Paredes

Hablar de homicidios en nuestro país resulta -casi- un logro. El pasado 11 de noviembre, la presidenta Claudia Sheinbaum expresó que en los primeros 13 meses de su gobierno los homicidios dolosos se redujeron 37%, al pasar de un promedio diario de 86.9 casos en septiembre de 2024 a 54.5 casos en octubre de 2025. Sin embargo, hablar de homicidios como un “logro”, resulta una versión incompleta.

Las Jornadas para la Reducción de la Violencia Homicida (26, 27 y 28 de noviembre, convocadas por el Programa de Seguridad Ciudadana de la IBERO CDMX, el Seminario sobre Violencia y Paz de El COLMEX y México Evalúa) reunieron a voces de la academia, organizaciones civiles, iglesias, periodistas y colectivos de búsqueda para analizar la transformación de las violencias en el país. Evidenciaron que aquello que llamamos “violencia homicida”, es la manifestación de un entramado más amplio: antes de cada homicidio, existieron amenazas, extorsiones, desapariciones o silencios impuestos que reflejan un deterioro territorial profundo.

Uno de los ejes más alarmantes que se discutió es la violencia contra sectores estratégicos para la paz. Entre 2007 y 2024 fueron asesinadas más de 450 mil personas, incluidas 49 mil mujeres y más de 200 personas defensoras del territorio y el medio ambiente1. En el caso de las madres buscadoras, Carlos López Buburrón del COLMEX puntualizó que 33 han sido asesinadas desde 2010 y al menos tres permanecen desaparecidas. Igualmente, María De Vecchi de Artículo 19 destacó que de 2000 a la fecha, se han documentado 175 asesinatos de periodistas, en posible relación con su labor.

Matar a quienes visibilizan lo que ocurre no es casualidad, es una forma de administrar el miedo. Como advirtió Ernesto López Portillo, coordinador del PSC: “¿Hasta dónde y con qué consecuencias puede el poder público sostener un discurso que no coincide con la realidad?”

Yves Bernardo Roger Solís Nicot, de Prepa IBERO, apuntó que entre 2006 y 2024 fueron asesinados 144 líderes religiosos, la mitad sacerdotes católicos; no obstante, remarcó que las más vulnerables son las religiosas. Muchas de ellas evitan que se publique información por miedo a afectar sus obras, lo que dificulta documentar los casos.

Por otra parte, la violencia contra niñas, niños y adolescentes revela una dimensión crítica. Tania Ramírez, directora de REDIM, expuso que entre 2015 y 2025 fueron asesinados 27,098 menores, una cifra que supera la capacidad de la Arena Ciudad de México, comparó. Sumado a ello, está un fenómeno poco atendido: el reclutamiento criminal, hoy amplificado por plataformas como TikTok, que se han convertido en canales donde grupos delictivos difunden mensajes atractivos en contextos marcados por la falta de opciones reales para las juventudes.

Las Jornadas mostraron que México navega esta crisis con datos incompletos o distorsionados. Mientras algunos estados presumen reducciones “históricas”, aumentan los feminicidios, los homicidios culposos y las desapariciones. Jalisco, por ejemplo, reporta una baja de 32% en homicidios, pero un incremento de 231% en personas desaparecidas y no localizadas. “No podemos medir la violencia con datos producidos en un sistema deteriorado”, argumentó Armando Vargas de México Evalúa.

Más que hablar de reducir homicidios como un logro, es imperativo transitar hacia otra narrativa sensible que reconozca la magnitud específica de las violencias múltiples concatenadas y entonces, con base en la evidencia de lo que realmente está sucediendo, reconstruir la dignidad en los territorios.

Programa de Seguridad Ciudadana

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