No todos son iguales. Pero entre los llamados grupos evangélicos existen en Estados Unidos algunos de los partidarios más entusiastas de Trump. Respecto al estado de Israel, se han convertido en cómplices del genocidio. Justificando con lecturas tergiversadas de la Biblia la matanza de palestinos. No en vano, cuando lo justifican, nunca es frente a una foto o un testimonio. Niños, mujeres, ancianos y también los hombres adultos, porque ellos también son víctimas.

Con la desaparición del feudalismo en Europa y el advenimiento del capitalismo, cada vez más gente poblaba las ciudades y creaba una forma de vida distinta, a la cual tenían que adaptarse las antiguas instituciones o desaparecer.

En la Edad Media, la sociedad europea fue estratificada; la apropiación del producto agrícola de los siervos a manos de los señores feudales fue directa y brutal, y sin espacio para la contemplación, razón o discusión.

Acorde a esa forma de organización, el rito católico era formal, incomprensible y dirigido desde “arriba”. En el capitalismo, los trabajadores son organizados para la producción industrial, y los individuos y familias necesitaban otra explicación del mundo y una nueva organización acorde con las nuevas prácticas de la vida cotidiana. Tanto como los nuevos dueños de esas almas que son los empresarios.

El cristianismo cambió con el surgimiento de los protestantes y porque cambió el rito católico.

Un nuevo cambio se dio en el siglo XX. Frente a las masas que tomaban conciencia, el rito debió adaptarse nuevamente. La participación no solo era necesaria para el feligrés como receptor; ahora debía ser actor y creador de su propia comunidad. En el catolicismo, una vertiente siempre presente, que se planteaba la justicia social, no fue bien vista entre dirigentes católicos y algunas comunidades protestantes en Estados Unidos.

Entre las iglesias, ese cambio obligó a abordar los problemas de los pobres o la violación de los derechos humanos en Latinoamérica. Entre muchos otros, están Boff, Camilo Torres en Colombia o el arzobispo Óscar Arnulfo Romero en El Salvador (asesinado luego de ser abandonado por su jerarquía). En México, obispos y curas como Lona, Méndez Arceo, Raúl Vera o el padre José Barón Larios. Pero también protestantes, como el metodista Rubén Jaramillo.

El interés por participar puede hacer que algunos religiosos aborden el sufrimiento del prójimo; otros, en cambio, se enfocan en las formas y los ritos.

La liturgia, palabra solemne para identificar el rito católico, ha cambiado. Entre los llamados grupos evangélicos existen ambas necesidades como en otras iglesias. Al igual que entre los católicos, algunos de los evangélicos se han centrado en el rito y no en el fondo. Y, ¿cuál es el fondo? Si son cristianos, deben tomar en cuenta el Nuevo Testamento. Allí, Jesús estableció un mandamiento: amar a Dios o, lo que es lo mismo, amar al prójimo como uno mismo. Lo demás son leyes de hombres. Este debe ser el credo, independientemente del rito y sin el cual no tendría sentido.

Quien enarbola la bandera de Israel para justificar el apartheid y a su ejército, quien voltea al otro lado frente a la población masacrada, torturada, expulsada, robadas sus casas y pertenencias cuando no destruidas; esos, no son cristianos.

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