Durante la capacitación a funcionarios electos de un pequeño municipio del estado de Hidalgo, que casualmente se encuentra rodeado de organizaciones pertenecientes a la delincuencia organizada, pregunté ¿cuáles eran los efectivos para enfrentar los temas de seguridad? la respuesta fue 12 elementos. Así quedó claro no existía capacidad para desafiar, por ejemplo, un convoy armado presentado en la plaza principal de la población.

Se busca por eso compartir gastos y responsabilidades entre los distintos niveles de gobierno, una coordinación regional entre ellos, acompañamiento a los municipales, pero observamos que: “el gobierno más cercano a la gente”, el municipal, es el más pobre. El más cercano es el último. No ha tenido remedio esta situación hasta la fecha. Los recursos que reciben los municipios son claramente insuficientes y se ejerce en lo que deciden casi siempre otras autoridades y sin consultar a los vecinos. Se arguye alguna “razón” de fondo:

  1. Cambian mucho (cada 3 años).
  2. No están preparados.
  3. Gastan en cosas que no son necesarias o para las cuales no se ha etiquetado el presupuesto.

Sin embargo, este es un círculo vicioso, porque una razón que no ha sido puesta a la vista es que la incapacidad técnica ocurre porque la responsabilidad no es acompañada con el presupuesto y el acompañamiento requerido.

Cambian mucho, pero el problema principal es que es casi imposible profesionalizar a los técnicos y administradores con los pocos recursos con los que cuentan. Esto provoca que los ingresos propios que dependen de la organización municipal se vean mermados.

Así, los pequeños ingresos derivados de las participaciones provocan menores ingresos propios. En algún momento debemos romper este círculo. La única manera de hacerlo es incrementando los recursos destinados a fortalecer las capacidades administrativas y de recaudación de los municipios junto con la capacitación y el acompañamiento a esas autoridades por parte de los estados y de la federación.

Los gastos sin sentido abundan en todos lados: la estela de luz la construyó el Ejecutivo Federal (alejada del diseño original); los pavos de fin de año son de los senadores y diputados; las cirugías plásticas de los magistrados y los gobiernos de los estados son virreyes que gastan lo mismo en un equipo de futbol, lo que más se le parezca a una pirámide o con cualquier pretexto hacer turismo (descontando que algunos viajes si son necesarios).

Cierto es que recursos prestos entregados a las administraciones municipales terminan frecuentemente en camionetas de lujo y mobiliario nuevo. Pero esto también se deriva de la falta de democracia en los propios municipios: los regidores obedecen a un gran elector, el presidente municipal y, puesto que no son electos geográficamente, no representan casi nunca a sus vecinos. Además, a menudo ese gran elector sólo le debe su puesto a otro gran elector con lo cual tampoco representa los intereses de quien habita el municipio.

Si queremos un país fuerte se precisa democratizar el país, el presupuesto, las capacidades y las facultades que tienen las distintas autoridades. Se debe elegir geográficamente a los regidores, asignar más presupuesto a los municipios y democratizar los partidos para evitar el dedazo infame que pervierte toda la política desde abajo hasta arriba en este país.

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