Cuando las relaciones se convierten en meros acuerdos transaccionales, cuando existe mucha individualización y campea la desconfianza, cuando impera la incertidumbre y el miedo, se instala la deshumanización y todo se mecaniza, se vuelve impersonal y frío.

Ante esto, las universidades tienen un rol trascendental. Tienen la interacción con futuros profesionistas a quienes pueden enseñar liderazgo efectivo y empatía o impartir asignaturas programadas sin contextualizar. Podemos enseñar a mirar a los demás como personas o asumir que todo lo resuelve la tecnología.

Las clases en línea suponen un importante reto. Cada maestro debe hablar a sus alumnos como las personas importantes que son, no como números de matrículas.

El maestro debe ver al alumno y valorarlo, hablar su idioma. Entender que merece que se le acepte y reconozca por su carácter único y especial.

Sabemos que los maestros pueden verse obligados a no aceptar determinadas conductas o resultados. Pero son generosos, anteponen los intereses ajenos a los propios. Están comprometidos con el desarrollo de sus alumnos. No queremos maestros que sólo transmitan conocimientos, buscamos aquellos capaces de compartir sabiduría. ¿Es esto imposible en una sociedad individualizada y lejana? A lo largo del tiempo descubrimos el perfil de los maestros capaces de abatir la deshumanización dentro y fuera de las aulas, a los verdaderos transformadores de la vida. Ellos tienen estas características:

Recurren antes a la persuasión que a la autoridad del cargo a la hora de tomar decisiones.

Son entusiastas y los guía el bien común.

Trabajan para que el mundo sea un mejor lugar. Buscan e impulsan la creatividad e innovación.

Tratan a los demás como le gustaría ser tratado.

Son visionarios. Trabajan no sólo por objetivos inmediatos, sino que crean herramientas para el futuro, para proyectos a largo plazo.

Holísticos. Ven todo como un sistema interrelacionado, en el que existe diversidad y riqueza. Nada está aislado no es ajeno. Procura establecer mapas que generen mayor comprensión de todos los fenómenos.

Cuando se tienen tales características se genera un mayor acercamiento con el círculo de influencia. Los alumnos perciben que el maestro es realmente un mentor en el que se puede confiar. Ante esto, las posibilidades que se amplíen sustancialmente las capacidades y tipos de inteligencia son mayores. Pero hay algo más importante: si asumimos el impacto que un maestro puede tener en la vida de cada uno de sus alumnos, comprenderemos que puede generar una sociedad más humanista. Y francamente lo necesitamos.

Rector del Centro de Estudios en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC) y Presidente del Consejo Doctoral Mexicano.

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