En un mundo donde las políticas ambientales a menudo son dictadas por las naciones desarrolladas y occidentales, los países del Sur Global están emergiendo como voces disidentes, cuestionando no solo la eficacia sino también la equidad de las normativas globales sobre el cambio climático.

La reciente Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático se realiza cada año (COP28) en Dubai ha revelado tensiones y desafíos fundamentales para los países del Sur Global. Estas naciones se encuentran en una encrucijada crítica: son los menos responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero sufren desproporcionadamente sus consecuencias. La pregunta crítica es, ¿cómo pueden influir efectivamente en la política ambiental global, que a menudo es dominada por las potencias occidentales?

Como antecedente, en la COP26, India se destacó significativamente por su posición sobre la transición energética, planteando temas críticos relacionados con la equidad y la justicia climática. El Primer Ministro de India, Narendra Modi, anunció planes para alcanzar emisiones netas cero en 2070 y aumentar la participación de las energías renovables en la mezcla energética del país del 38% al 50% para 2030. Sin embargo, es importante destacar que el carbón sigue siendo una fuente de energía dominante en India, representando alrededor del 70% de su producción eléctrica. A pesar de ser el segundo mayor productor de carbón del mundo, India también importa carbón para satisfacer las necesidades de energía de sus industrias domésticas. El país enfrentó una escasez de carbón antes de la COP26 debido a la demanda industrial creciente tras la pandemia de COVID-19 y los altos precios globales del carbón. Este escenario refleja la compleja relación de India con el carbón y subraya los desafíos que enfrenta en su transición a energías más limpias.

India enfatiza la necesidad de una transición justa que considere las realidades económicas y sociales de las regiones dependientes del carbón. Hay un enfoque significativo en la diversificación de la economía local, la inversión en nuevas industrias para crear empleos verdes y decentes, y la reutilización de tierras para usos económicos. Sin embargo, la mayoría de las inversiones en energía renovable de India se han concentrado en los estados occidentales y meridionales del país, que no son grandes productores de carbón.

Respecto a las respuestas regionales, en África, países como Kenia y Nigeria están buscando soluciones adaptadas a sus realidades específicas, invirtiendo en energías renovables y exigiendo acceso justo a tecnologías y financiamiento. América Latina, con iniciativas como el "Escazú Agreement", muestra un enfoque progresista que vincula la protección ambiental con los derechos humanos. Pero, ¿son estos esfuerzos suficientes para contrarrestar las políticas impuestas por el occidente?

Por otro lado, la Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur (FARM) en la COP28 expresó preocupaciones sobre el "proteccionismo verde". Estas medidas podrían crear barreras comerciales adicionales, agravando la situación de los productores agropecuarios ya afectados por fenómenos climáticos extremos. Esto plantea una pregunta clave: ¿cómo se pueden equilibrar las necesidades comerciales y ambientales en un contexto global?

La hoja de ruta aprobada en la COP28 para el abandono de los combustibles fósiles representa un avance, pero también revela las limitaciones de los acuerdos actuales. La confrontación entre naciones petroleras y países vulnerables sugiere un compromiso incompleto. Esto conduce a una pregunta fundamental: ¿cómo pueden ser más inclusivos y efectivos estos acuerdos?

El Banco Mundial anunció en la conferencia un paquete de financiamiento ambicioso para apoyar a los países en desarrollo frente al cambio climático. Sin embargo, surge una interrogante crucial: ¿es este apoyo financiero suficiente para abordar la magnitud de los desafíos que enfrentan estos países?

La conferencia ha destacado la compleja interacción entre los países del Sur Global y las potencias occidentales. A pesar de los esfuerzos y demandas de los países en desarrollo, hay una urgente necesidad de un enfoque más equitativo y justo en las políticas climáticas globales.

La verdadera acción climática requiere reconocer y abordar las realidades y necesidades de todas las naciones, asegurando un progreso inclusivo y sostenible. La pregunta final y tal vez la más crítica es: ¿cómo puede el mundo desarrollado responder de manera más efectiva a este llamado a la acción?

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