“No rayen las puertas”, así fue la insensible respuesta del presidente López Obrador ante uno de los crímenes que más repercusión han tenido en los últimos días. Fátima , una pequeña de 7 años de edad, secuestrada al salir de la escuela y hallada muerta después ha vuelto a convulsionar a nuestra sociedad que, hay que decirlo, aún lidiaba con el caso de Ingrid Escamilla e incluso con el de Abril Pérez Sagaon .

Los casos de niños y niñas desaparecidos en México se cuentan por miles; de acuerdo con datos de la Secretaría de Gobernación. Actualmente, once mil pequeños están desaparecidos, más de mil de ellos tan solo en el periodo de diciembre de 2018 a diciembre de 2019. Tristemente no es un fenómeno nuevo, pero afortunadamente cada día tiene mucha más difusión en los medios de comunicación y por tanto en la conciencia de la ciudadanía.

Quizá también es por ello que no se entiende la actitud del presidente López Obrador ni su falta de respuestas ante un flagelo que, si bien tiene razón, no empezó en su gobierno, sí continúa siéndolo en su administración.

En redes sociales, los títeres del nuevo gobierno del antiguo PRI, hoy llamado Morena, se dedicaron a denostar a la oposición o a cualquiera que se hubiera molestado por la falta de tacto presidencial en la homilía mañanera. Dando ligas a “ensayos” y supuestos “datos” que mostraban que “en verdad, el neoliberalismo tuvo la culpa de la muerte de Fátima”. Pobres de aquellos que se atrevan a criticar la sonrisita burlona con la que trata todos aquellos asuntos que le resultan incómodos.

La impericia de las autoridades de investigación quedó demostrada el martes, cuando luego del escándalo internacional, el gobierno de Claudia Sheinbaum finalmente dio con la identidad de la mujer que se llevó a Fátima , ubicó su domicilio y en él encontró el uniforme de la pequeña. Todo eso gracias a las cámaras y videos con los que la propia autoridad contaba desde el inicio, pero no quisieron investigar. De haberlo hecho, hoy Fátima quizá seguiría viva.

La muerte de Fátima se pudo haber evitado si la policía capitalina hubiera hecho su trabajo. Si el gobierno federal y local estuvieran enfocados más en abatir la impunidad en estos delitos y menos en seguir buscando culpables de su ineptitud, las cosas estarían pintando diferente.

El 98% de los delitos en nuestro país queda impune, sin investigación, sin responsable, sin justicia. Ese dato no es culpa de un modelo económico, es responsabilidad de gobiernos (federales y locales) que por años se han hecho de la vista gorda ante la evidente corrupción y degradación de las policías y ministerios públicos. Sin investigaciones, sin capacitación, con bajos sueldos y exigencia de cuotas de los altos mandos el sistema se ha seguido pudriendo sin que alguien decida tomar el asunto en serio.

Culpar a un sistema económico en un caso tan concreto es equivalente a lavarse las manos. Si AMLO aún fuera oposición sería un discurso entendible, pero él y su gente, tienen ya más de un año en el poder. Si aún buscara el poder se hubiera referido a ella por su nombre, hubiera escrito en redes sociales criticando al gobierno por su torpeza en el manejo del caso, hubiera exigido que se hallara a los responsables. El AMLO Presidente, prefiere sonreír y relajarse, culpar al pasado y no decir siquiera su nombre (“el caso lamentable de la niña” señaló en la mañana de ayer). Se llamaba Fátima. Háganse cargo, ahora son gobierno, señor Presidente.

Twitter: @solange_  

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