Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999 lo hizo con el apoyo de más del 56% del electorado. En los años siguientes, la popularidad de Chávez siguió creciendo como la espuma. A pesar de haber desatado una enorme polarización en Venezuela (“a Chávez o lo amas o lo odias” me dijo un académico venezolano en 2006) el Presidente no sólo mantuvo su base electoral sino que se incrementó y es la que le permitió al chavismo mantenerse en el poder por tantos años.

Son dos las razones principales que explican por qué una enorme mayoría de venezolanos continuaba apoyando a Chávez. La primera son las llamadas “Misiones” Barrio Adentro y Mercal. Programas sociales enfocados a la salud el primero y a ofrecer alimentos subsidiados el segundo, con los que se buscaba ayudar a la población mas pobre del país.

La población más pobre seguía sin tener posibilidades de conseguir un empleo que le permitiera mejorar su alimentación y su calidad de vida, pero ahora tenían un programa que les daba comida por un precio ínfimo. Los hospitales públicos seguían sin medicamentos, insumos e incluso para un sueldo decente para sus médicos, pero ahora aquellos con menos recursos podían acudir a un médico cubano a pocas cuadras de su casa.

Estos programas crearon clientelas políticas, tenían recursos para repartir a manos llenas. No solucionaron los problemas de raíz, pero sirvieron para crear en la población la percepción de estar viviendo mejor que antes, aunque no fuese más que una ilusión.

La segunda razón fue la propaganda. Chávez marcó la agenda cada día desde que asumió el gobierno. Su discurso agresivo con la oposición, sus innumerables giras "para estar en contacto con el pueblo”, todo era replicado institucionalmente.

En otras latitudes, los índices de aceptación de otros populistas también gozan de cabal salud. Luego de mas de una década en el poder, Viktor Orbán en Hungría logró que la gente tuviera la percepción de estar económicamente mejor que antes. Aquí también encontramos dos razones simples por las que Orbán se mantiene en el poder. La primera es justo lograr que una gran mayoría se perciba a sí mismo con mayor poder adquisitivo.

Gracias a diversas políticas económicas, la inversión china y saudí, los subsidios de la Unión Europea y el uso de muchos recursos del erario público Orbán ha logrado mantener el apoyo popular. Los subsidios otorgados para la compra de casa o para el pago de hipotecas y la posibilidad de re hipotecar, han llenado los bolsillos de los húngaros. La segunda razón de la popularidad del auto nombrado político “illiberal” que ronda el 60%, es su discurso anti-inmigrante, anti-musulman y el resentimiento contra las llamadas élites liberales.

En México, algunos analistas pretenden adjudicar la popularidad de López Obrador a buenas políticas sociales que supuestamente atienden a los más necesitados.

Con sus programas sociales insignia reparte dinero a manos llenas en total opacidad, sin fiscalización y sin indicadores. Es cierto, una parte de los mexicanos se percibe hoy con más recursos que hace tres años pues hoy les dan dinero de programas que antes no existían, creando clientelas políticas pero sin resolver los problemas de fondo.

Esto se suma a la propaganda difundida diariamente desde la mañanera y a través de medios nuevos financiados desde Palacio Nacional donde un día si y otro también se ataca a opositores, académicos, universidades, medios de comunicación y periodistas. Usa su imagen, a su partido y la tribuna pública para autopromocionarse, para determinar la agenda y para defenestrar a quienes se oponen a é. Dinero y Propaganda.

La popularidad de López Obrador se debe a que es un populista, no a los magros resultados de su mala política pública.
@Solange_

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