El asunto del impeachment —o juicio político— contra Trump no es algo muy nuevo. Si bien en los últimos días el asunto ha tenido avances serios en la vía procesal al interior de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos también es verdad que sigue siendo difícil pronosticar un impeachment contra el presidente Trump.

Los demócratas dominan la cámara baja pero los números no le alcanzan en el Senado al partido de Nancy Pelosi donde la mayoría sigue siendo republicana. Los republicanos saben que Trump es todavía un activo importante con miras a su reelección en las elecciones de 2020 y, por mucho que a nosotros nos sorprenda, no están equivocados.

La aprobación de Donald Trump entre los votantes republicanos superaba, en la última semana de octubre, el 64% de acuerdo con una encuesta del Washington Post. En términos mensuales, de acuerdo con las cifras de Gallup su aprobación general rondaría el 41%, nada despreciable si comparamos esos datos con otros presidentes justo en el tercer año de mandato, baste decir que Barack Obama, tenía también un 41%.

Lo anterior importa porque son los números sobre los cuales los senadores republicanos estarán tomando la decisión de su voto pues el resultado de un impeachment puede llevarlos a ellos también a perder su asiento en noviembre del próximo año. La explicación es sencilla, en un sistema presidencial donde la elección del Presidente coincide en fechas con la del Congreso, la figura del candidato presidencial toma una gran relevancia en la campaña. Esto es así en Estados Unidos y en cualquier país con un sistema como ese, en México conocemos perfectamente ese fenómeno.

El objetivo final de un procedimiento de impeachment es la remoción del Presidente en turno, lo cual, de suceder, es un golpe muy duro no únicamente para el presidente sino también para su partido político. Remover a Trump podría crear una ola antirrepublicana que pusiera en riesgo la posibilidad de muchos de los legisladores actuales de volver a ocupar sus asientos en el Congreso. El incentivo para defender a su propio Presidente es muy importante, por tanto el voto de los republicanos difícilmente sería contra Trump.

Volvamos a los números. Decíamos anteriormente que los demócratas pueden ganar el voto en la cámara baja donde tienen 233 de los 435 votos, en el caso del impeachment sólo se requiere una mayoría simple por tanto hay posibilidades de que se logre ahí. Sin embargo es el Senado la instancia que puede decidir sancionar —y remover— al Presidente pero para hacerlo requieren el voto a favor de 67 legisladores. Los republicanos tienen 53 asientos y los demócratas son minoría con 45. Es claro que las posibilidades de una sanción se acaban ahí.

Todo esto deja en evidencia que el asunto tiene más tinte electoral que de rendición de cuentas, es claro entonces que los demócratas intentarán alargar esto lo más posible y los republicanos buscarán acortarlo otro tanto en el Senado y votar al final por una absolución. Sin embargo, no dejará de ser relevante conocer toda la información y más de los “pecados” de Trump que salgan a la luz y quien sabe, quizá ese sea el empujón final que necesiten algunos senadores republicanos para preocuparse menos por las elecciones y más por el peligro que implica mantener a Trump (y darle la oportunidad de gobernar otros 4 años).



Doctora en Derecho.
Twitter: @solange_

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