El domingo pasado se celebraron elecciones parlamentarias en Venezuela en las que el chavismo logró retomar el control de la Asamblea Nacional. Con el 67.6% de los votos a favor de sus candidatos, los candidatos del chavismo se quedarán con la mayor parte de los 277 escaños de la única cámara legislativa.

De acuerdo con las cifras oficiales poco más del 30% de los más de 20 millones de ciudadanos registrados en el padrón electoral, acudió a las urnas a emitir su voto. En otras palabras, casi el 70% de los ciudadanos se abstuvo. El resultado es la consecuencia de una campaña orquestada por la oposición que buscaba quitar legitimidad al proceso electoral a través del llamado al abstencionismo de los ciudadanos. Todo parece indicar que el llamado surtía efecto y sin embargo el resultado ha sido contraproducente para los partidos opositores a la dictadura chavista. Un triunfo que sabe a derrota.

Las leyes electorales en Venezuela, no contienen ningún candado para declarar la validez de las elecciones en el caso de un porcentaje tan alto de abstencionismo y el resultado es que, el único poder que estaba en manos de la oposición, pasará ahora a control de Maduro y del chavismo. Mala jugada especialmente considerando que hace cinco años la historia que se contaba luego de las elecciones parlamentarias era completamente otra.

En 2015, la oposición, luego de más de 15 años de chavismo, había logrado finalmente ponerse de acuerdo en algo y presentarse ante los electores con un rostro propositivo. La conformación de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) representó para millones de venezolanos, una nueva oportunidad para acabar con la dictadura chavista.

Con una participación de más del 74% de los ciudadanos registrados para votar (todo lo contrario a lo ocurrido en este 2020) el cambio era innegable a pesar de los fraudes y trampas perpetrados desde el oficialismo. Por primera vez, todas las fuerzas opositoras consiguieron conformar un frente unido que tiró por la borda los esfuerzos más absurdos del chavismo, como la ampliación de último momento en el horario del cierre de colegios electorales. La votación masiva a favor de la MUD hizo imposible la imposición del chavismo y Maduro tuvo que salir a reconocer un resultado a todas luces evidente: había perdido el control del órgano legislativo.

Sin embargo, la integración de la MUD, ese crisol de partidos políticos cuya única propuesta en común era vencer a Maduro y al oficialismo, era la marca de su propia extinción. Las fracturas no tardaron en llegar y eso, sumado a la Asamblea Constituyente instaurada por Maduro para restar poder a la Asamblea Nacional, terminaron por romper una frágil alianza partidista.

Este 2020, la oposición no supo articular mayor discurso que el boycott electoral. No acudir a las urnas, resta legitimidad a la Asamblea Nacional, pero eso no es algo que le quite el sueño a Maduro. Sin partidos políticos de oposición que vencer y sin necesidad de movilizar demasiadas personas para superar los votos opositores. En elecciones anteriores, incluso se hizo famosa la llamada “Operación Remolque”, una movilización extraordinaria de recursos para lograr “aumentar” los votos oficialistas antes del cierre de los colegios electorales. Lejos de debilitar a la dictadura, la oposición logró fortalecerla al ponerle el triunfo en bandeja de plata. Los opositores repudiaron el fraude electoral y abrieron la puerta para más chavismo.

Twitter: @Solange_

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