La influenza española cobró la vida de más de 50 millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1920. Diversos factores influyeron para que la pandemia impactara con tal severidad y para que se dispersara de la forma en que lo hizo alrededor del mundo.

La Gran Guerra (la Primera Guerra Mundial) estaba terminando y el continuo movimiento de tropas cuya movilización al frente, llevó el virus a diversas regiones de Europa. Una vez concluida la guerra, los soldados lo llevaron a sus lugares de origen haciendo aún más grande el nivel de contagio.

A ello se sumó la negativa de la mayor parte de los países involucrados de reconocer el problema sanitario al grado de censurar cualquier información que pudiera “bajar el ánimo” de la ciudadanía y de las tropas en el frente. Por ello, tomar medidas de distanciamiento social, a pesar del incremento de casos, era imposible sin con ello, alarmar a la población.

El retraso en tomar esas medidas tuvo un impacto directo en tanto cantidad de fallecimientos pero también otro indirecto relacionado con la posterior recuperación económica. Un estudio de 2007 analizó las medidas tomadas entre dos pueblos de Minnesota en Estados Unidos: Minneapolis y Saint Paul.

Ubicadas a menos de 20 kilómetros de distancia estas ciudades tomaron decisiones radicalmente distintas para enfrentar la crisis de salud. Minneapolis fue pionero en tomar medidas drásticas. En la primera quincena de Octubre, se decretó el cierre de espacios públicos, negocios, escuelas, teatros e iglesias.

Saint Paul mantuvo abiertos todos esos espacios e incluso autorizó la realización de un evento masivo que tuvo como consecuencia un incremento masivo en el número de contagios. Al final, Saint Paul tuvo que ordenar el cierre, tres semanas después. La consecuencia directa fue que Saint Paul tuvo, proporcionalmente, un mayor número de fallecimientos, con un índice de letalidad superior al 14 por ciento mientras que el de Minneapolis fue de 5.2 por ciento.

Años después, otro estudio publicado por MIT y la Reserva Federal de parece comprobar que existe otra consecuencia indirecta ante la toma de decisiones más estrictas de cierre y distanciamiento social. El documento, que también analiza la pandemia de 1918-1920, muestra que aquellas ciudades con intervenciones más estrictas de cierre de negocios, escuelas y otras actividades productivas, lograron una recuperación económica más rápida y sólida que las que optaron por no hacerlo.

Luego de analizar 43 ciudades en los Estados Unidos, que sufrieron los efectos de la pandemia de 1918, los autores concluyeron que las pandemias, por sí mismas, tienen efectos muy adversos en las economías, por lo tanto, las medidas que se adopten para enfrentarlas serán positivas en el mediano y largo plazo. Entre más alta la mortalidad mayor declive de al economía. Entre más estrictas las medidas, menor mortalidad y una recuperación económica más rápida y duradera en el año posterior a la pandemia.

Lo que verdaderamente daña la economía es la pandemia, no las medidas que se toman para constreñirla. Hay, por tanto, razones para el optimismo en aquellos países que hoy han tomado medidas más estrictas para controlar la pandemia. Ojalá las autoridades en México reaccionen a tiempo.

Twitter: @solange_  

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