En el ahora lejano marzo de 2016, la Unión Europea (UE) y Turquía consolidaban un acuerdo por el cual el gobierno turco recibiría 6,000 millones de euros a cambio de controlar el flujo de migrantes irregulares e impedir su ingreso a cualquier país europeo.

Los recursos se usarían para que los refugiados se quedaran en Turquía, especialmente los cientos de miles de ciudadanos sirios que huían de la guerra y cuyo ingreso descontrolado se había convertido en gasolina para alimentar posturas nacionalistas y populistas en toda Europa con resultados diversos como el Brexit. A cambio, además de los recursos económicos, los ciudadanos turcos podrían ingresar a la UE sin necesidad de visa.

Sin embargo, conforme cambiaba el escenario bélico en Siria, la posición de Ankara en torno a los refugiados también. A sabiendas de su posición política, Erdogan en 2019, luego de la ofensiva en la ciudad Siria de Idlib, decidió abrir sus fronteras, permitiendo el paso de casi un millón de personas a Europa tan solo entre enero y febrero de aquel año.

Frente a las críticas europeas contra Turquía por sus acciones contra los kurdos en Siria , por encarcelar periodistas, la violación a derechos humanos y un largo etcétera, Erdogan ha usado a los refugiados como amenaza y le ha dado resultados.

Luego de la pifia resultante de la invitaciones -y no invitaciones- a la Cumbre de las Américas, pareciera que México va siguiendo el camino de chantaje trazado por Erdogan con sus vecinos. Y es que de otra forma no se entiende que ante las descortesías del presidente mexicano y su necedad de exigir al anfitrión que se invitara a países con regímenes claramente dictatoriales, la Casa Blanca haya hecho una invitación para una reunión bilateral en julio próximo.

La Cumbre, anunciada en un inicio como un esfuerzo de unión continental, empezó a perder el brillo que en Washington pretendían otorgarle, cuando López Obrador anunció que rechazaría la invitación si no se invitaba a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Durante semana, la Casa Blanca logró sortear el tema, manteniendo en vilo la lista de invitados, hasta que fue imposible hacerlo. La ausencia de México junto con las de otros tres países cuyos jefes de Estado declinaron la invitación, impacta la representación y legitimidad de la Cumbre.

Desde el inicio de la actual administración, México se ha convertido, de facto, en el guardián de la frontera . La política de militarización ha tenido como resultado un enorme despliegue de militares para controlar el flujo de migrantes, manteniéndolos ya bien en Guatemala o de nuestro lado del Río Bravo. Con la mirada puesta en las elecciones de medio término de noviembre próximo, lo último que la administración de Biden desea son notas en los medios nacionales con miles de migrantes cruzando la frontera de manera ilegal.

López Obrador se ha ido dando cuenta de ello y ha ido aprovechándolo a su favor. Gracias a su posición como Gatekeeper, le es posible desdeñar la invitación, regañar al presidente Biden , criticarlo, reducir la cooperación con la DEA, continuar con su política energética (dañando de paso a empresas estadounidenses), etcétera, etcétera. El anuncio hace unos días de la salida de una nueva caravana migrante desde Chiapas, integrada por más de 5,000 familias rumbo a los Estados Unidos pone el dedo en la llaga. Ante el silencio de Washington en temas fundamentales para la democracia en México, el mensaje es que la política de chantaje parece estar dando resultados.

La ausencia de México y de los países del llamado triángulo del norte centroamericano (El Salvador, Guatemala y Honduras) se ha resentido aún más, dado el enfoque migratorio y de unidad que se pretendió otorgar a la Cumbre, la cual termina sin acuerdos hemisféricos destacables que quizá hubieran obligado a México a dejar el chantaje migratorio atrás y a hacer compromisos de largo plazo.

Twitter: @solange_

  para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS