Las crisis son el caldo de cultivo para el crecimiento de movimientos populistas y autoritarios. La falta de respuestas rápidas a que se ven sometidas las democracias incide en la opinión negativa de la ciudadanía que lo percibe como falta de resultados. La negociación entre grupos opositores, escuchar a las minorías y tomar decisiones por mayoría toma tiempo y en momentos de crisis, como la actual, tiempo es lo que escasea.

Las grandes recesiones económicas mundiales han sido el pretexto perfecto para la articulación de discursos nacionalistas en la búsqueda de una supuesta restauración del equilibrio económico a través de gobiernos fuertes que permitan salir rápido del problema. El argumento parece irrefutable. Frente a esos desafíos, los gobiernos democráticos aparecen, ante los ojos de los ciudadanos, como completamente inadecuados.

En 1935 las democracias europeas continuaban sufriendo los estragos de la Gran Depresión; el desempleo y la incertidumbre económica volvieron los gobiernos cada vez más inestables y esa insatisfacción tuvo como efecto que los ciudadanos voltearan a ver a Alemania y a Rusia como arquetipos de salvación. La crisis financiera de 2008 vivió secuelas parecidas con el incremento de movimientos populistas autoritarios en toda Europa sustentados en las preocupaciones económicas de los ciudadanos.

La actual pandemia de coronavirus da muestras ya de la severidad con que impactará también la economía mundial. El consecuente deterioro social, el desempleo y la incertidumbre económica volverán a ser el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento del populismo autoritario. ¿Qué hace diferente el escenario actual al ocurrido hace once años y por qué deberíamos preocuparnos? Tres factores:

Primero, que la antesala de la crisis económica actual es tanto una crisis generada por los precios del petróleo, como una crisis sanitaria sin precedentes en los últimos 50 años que agravará la perspectiva financiera y muy probablemente alargará la recuperación.

Segundo, la preexistencia de regímenes o mandatarios nacionalistas, populistas y/o autoritarios en muchos países, México, Brasil, Venezuela, Hungría y especialmente en algunas de las economías más importantes del mundo como Estados Unidos y el Reino Unido.

Tercero, el predominio de China como potencia económica mundial con una agenda política que busca echar por tierra la mala imagen que le dio la exportación del virus que ha causado la primera pandemia del siglo XXI a través de ayudas internacionales a los países más afectados. Esa ayuda no sólo busca posicionar su modelo de combate y control de una pandemia, también quiere hacer de su modelo político-económico uno de exportación.

El reciente caso de Víktor Orban, Presidente de Hungría es una muestra de ello. Un gobierno que ya se alejaba del concepto democrático, acaba de obtener, bajo el pretexto de la lucha contra la pandemia, carta blanca para gobernar por decreto, para suspender el parlamento, limitar la libertad de expresión (con penas de hasta 5 años de cárcel) y la suspensión de las elecciones. Todo ello para supuestamente hacer frente a la pandemia provocada por el coronavirus.

Es casi un hecho que el mundo se reconfigurará después de esta crisis conjunta (sanitaria y económica) la pregunta que sigue en el aire es ¿cómo?

Corolario:

Lo que hoy ocurre en Ecuador, es una muestra del impacto económico y social, además del sanitario que está teniendo esta crisis. Los muertos por Covid se están quedando tirados en las calles sin que ninguna autoridad se haga cargo, mueren frente a los hospitales donde ya no hay espacio para un enfermo más. Cynthia Viteri, la alcaldesa de Guayaquil ha denunciado la falta de apoyo del Estado, la falta de pruebas de detección, números de emergencia que no responden. Circulan, desde hace días, videos aterradores de lo que está ocurriendo ahí. Para aprender de la lección…

Twitter: @solange_   

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