Cuando hablo de cripto con mi familia, amigos, emprendedores o dueños de pymes, la pregunta que más me hacen es: ¿y esto para qué me sirve hoy? El , en su quinta edición, ayuda a contestar. No mide la “fiebre” de precios, mide la adopción de base: dónde la gente usa cripto para enviar dinero, ahorrar en valores estables o mover su negocio sin tanta fricción. En otras palabras, miden la realidad de su uso.

Latinoamérica pisa fuerte en 2025: es la segunda región del mundo en crecimiento de adopción de cripto, con un alza del 63% anual, según Chainalysis. Pero el ranking también deja contrastes: Brasil (10), Venezuela (13) y Argentina (17) se mantienen entre los líderes globales, mientras México cae del puesto 14 al 23, en un retroceso que se refleja más por factores externos y metodológicos, dado el explosivo crecimiento de adopción en Asia y en otros países latinoamericanos, junto con la incorporación de nuevos indicadores en el índice de Chainalysis, que no favorecen las fortalezas actuales de México en términos de adopción.

A pesar de ello, México sigue siendo uno de los líderes latinoamericanos en adopción con un mercado cripto robusto sustentado en remesas y stablecoins .

¿Por qué? Porque el dinero de la gente viaja cada vez más por cadenas digitales. De acuerdo al reporte de del primer semestre de 2025, el 99.1% de las remesas que entraron a México llegaron por transferencias electrónicas. Menos efectivo perdido en el camino, menos tiempos muertos, menos comisiones que duelen. Cuando la mayoría de flujos ya son electrónicos, sumar “dólares digitales” (stablecoins reguladas) o billeteras con licencia se vuelve un paso lógico para que más dinero llegue a casa y el capital de trabajo cruce fronteras en minutos.

En la región vemos lo mismo con distintos matices. Venezuela y Argentina usan cripto para minimizar los efectos de la inflación y preservar valor día a día; Brasil y México avanzan fuerte en pagos, remesas y comercio transfronterizo. No es un culto tecnológico: es ingeniería de supervivencia. Primero se resuelve lo urgente, enviar dinero, pagar proveedores, ahorrar sin sobresaltos, y con el tiempo, aparecen otros valores: programas de lealtad tokenizados, educación financiera en la app del teléfono y acceso a productos globales que antes parecían lejanos.

A este impulso se suma un viento nuevo: regulaciones más claras. En Estados Unidos, el GENIUS Act estableció el primer marco federal para stablecoins de pago: licencia, reservas, transparencia y controles PLD. Cuando existe claridad legal, los bancos y las grandes plataformas pueden conectarse sin miedo, y eso normaliza el acceso para millones.

México tiene una oportunidad muy concreta. Con un flujo de remesas enorme, talento fintech y empresas que venden y compran fuera, el país puede convertir lo que hoy es “caso de uso” en infraestructura. Tres pasos prácticos ayudarían:

  1. Competir por la confianza. Licencias claras para billeteras y pasarelas, auditorías y reportes públicos como regla, no como excepción. La transparencia baja el costo del capital y atrae jugadores serios.
  2. Casos de alto contacto. Remesas con retiro en comercios y cash out instantáneo; ahorro en valor estable que se entiende en un minuto; herramientas para que la pyme pague insumos en el exterior sin drama.
  3. Puentes público-privados. Sandboxes, pruebas controladas para programas sociales y estándares comunes de verificación que cuiden al usuario sin sacrificar la innovación.

La adopción crece porque hay necesidad. Y cuando una solución resuelve lo urgente, se gana el derecho a resolver lo importante. La gente adopta las monedas digitales por las remesas o el ahorro en “dólares digitales” y se queda por los beneficios que aparecen después: experiencias, educación, comunidad, oportunidades. Esa es la diferencia entre un activo de moda y un activo con propósito.

Fundadora y Chief Strategy Officer, Unicoin

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