“Fue el Ejército”, son los gritos que se escuchan de las diferentes víctimas que hoy protestan por, lo que parece, la inminente militarización del país.

Acto 1: El presidente Andrés Manuel López Obrador hace campaña para ser Presidente de México.

Acto 2: Promete sacar a todos los militares de las calles y regresarlos a los cuarteles. Su estrategia de seguridad es “abrazos no balazos” y se entiende que, con los militares en las calles, las cosas no son de muchos abrazos.

Acto 3: Acusa a la Policía Federal de ser corrupta y entra la Guardia Nacional. Cabe mencionar que, en este cambio, el 80% de quienes conforman la Guardia Nacional son militares y marinos.

Acto 4: Se dan cuenta de que los abrazos no necesariamente alcanzan para la paz del país y relegan la responsabilidad de la Guardia Nacional a la Sedena.

*Reconoce haberse equivocado (cosa que siempre voy a respetar de cualquier político, ya que es algo que nunca sucede).

¿Cómo se llamó la obra?: México está desbordado en inseguridad y el Estado de Derecho no importa.

En México el 94% de los delitos no se denuncian. La gente no confía en las autoridades. Según cifras de la Envipe 74% de las personas consideran que denunciar “es un gasto de tiempo y no se logra nada cuando se denuncia”. La corrupción dentro del sistema está completamente sistematizada, al grado donde el concepto “el que no tranza no avanza” toma vida propia.

A lo largo de los años hemos tenido muchas estrategias para combatir la inseguridad del país, sin embargo, nadie ha buscado realmente hacer cambios dentro del sistema de justicia penal combatiendo la corrupción, la impunidad y el nepotismo. México ha perdido el Estado de Derecho (situación que se viene perdiendo más allá de este gobierno) y cualquier esfuerzo para combatir la inseguridad, cuando la línea entre los buenos y los malos está tan borrosa, quedará solamente en eso; en esfuerzo.

El problema en el país no es la militarización si no la ausencia de Estado de Derecho que nos llevan a decisiones drásticas como la militarización del país.

Con la decisión del gobierno federal de pasar la Guardia Nacional a la Sedena, queda muy claro que el país está desbordado en delincuencia. Los grupos delictivos cada vez toman más poder en las calles y la inexistencia de un sistema de justicia funcional, deja terreno fértil para ello.

Presidenta de Reinserta

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