Poder ir a Davos al Foro Económico Mundial fue una experiencia increíble. Estoy agradecida y me honra profundamente haber representado el nombre de mi país con la cara en alto. Los espacios y las conversaciones que existen en Davos en estas fechas nos dan una apertura y oportunidad de conocer soluciones que están implementando en el mundo para problemas que tenemos en nuestro país.

Me clavé en los temas de seguridad y justicia y aproveché al máximo conocer y platicar con personajes que están en la primera línea de países que han sobrepasado momentos de conflicto e incertidumbre nacional, o que el conflicto actual los y las obliga a modificar el discurso de justicia y paz.

Mis reflexiones principales son que no podemos seguir alimentando el punitivismo. La venganza no es sinónimo de justicia y nos aleja de las conversaciones necesarias para realmente construir una nación donde prevalezca la paz.

Construir el futuro, entendiendo que esto es más importante que lamentar el pasado. Entender que los procesos de paz van mucho más allá que la condena privativa y que la humanización de quienes están al frente de nuestro sistema de justicia penal es crucial para que las víctimas puedan restaurar su vida sin la constante realidad de la revicitmización.

Entendí que la corrupcion es difícil de combatir ante la inequidad social. No es un tema de sueldos mínimos, es un tema que tiene que ver con los valores instalados en las infancias y en la educación. Esta es una estrategia a largo plazo. Si no caemos en el argumento doloroso de que la corrupción está instalada en la cultura de las y los mexicanos.

Segundo, nuestro sistema de justicia penal está completamente deshumanizado y eso genera una percepción de la ciudadanía de desconfianza y de miedo. DESHUMANIZADO Y PERCEPCIÓN. Son justamente los dos ejes que necesitamos atender para el fortalecimiento del Estado de a Derecho de una manera más inmediata.

Y por último, el sector político del país está topado con un México cada vez más difícil de manipular ante acciones superficiales que no arreglan los problemas de fondo, ya que la problemática cada vez es más difícil de cubrir. La globalización tecnológica en el mundo rebasa ya las estrategias arcaicas políticas donde ya no se puede seguir “dando atole con el dedo” a la ciudadanía. Necesitamos políticos en el poder que asuman que los cambios que se tienen que hacer, de manera urgente, no siempre van a ser políticamente rentables.

México merece eso y más.

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