El diputado que le puso la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador, aquel 1 de diciembre del 2018, es hoy la voz más autocrítica de la 4T y un férreo vigilante y juzgador de los excesos, caprichos y desaciertos presidenciales. Porfirio Muñoz Ledo ha jugado a ser el único contrapeso interno en el proyecto lopezobradorista, cuyas palabras y críticas resuenan con más fuerza ante el corifeo de Morena y del gabinete donde casi nadie se atreve a contradecir y mucho menos a levantarle la voz al presidente. Porfirio lo ha hecho y está pagando el costo.

Aunque el diputado Muñoz Ledo insiste en que él no abandonará a la 4T y que no está “distanciado ni personal, ni políticamente” con López Obrador, al que conoce muy bien desde los tiempos en los que él y Cuauhtémoc Cárdenas lo sumaron al naciente PRD, en Palacio Nacional se asegura que el presidente sí está molesto con la actitud de crítica constante de Porfirio. “Si su capricho de quedarse como presidente de la Mesa Directiva después de terminar su periodo fracturó la relación, sus duros cuestionamientos a la iniciativa de Ley Federal de Presupuesto, terminó de dañar el aprecio y reconocimiento que el presidente le tenía”, comentó una fuente cercana al despacho presidencial.

Ayer le preguntaron en su conferencia mañanera sobre lo declarado por Muñoz Ledo quien lo acusó de intentar acumular más poder violentando la Constitución, y primero dijo que ésta en su derecho, pero luego cuando le mencionaron el nombre del periódico donde lo habían entrevistado, el presidente comentó con desdén que “a cualquiera que declare en mi contra le dan las ocho columnas” en ese diario. O sea que Porfirio ya se volvió “cualquiera” para López Obrador después de que al inicio de su gobierno lo reconociera como figura emblemática de la izquierda y de la 4T al grado de pedir que fuera él quien le impusiera la banda presidencial.

El mismo Porfirio recuerda que conoce a Andrés Manuel desde hace años y que compartieron durante mucho tiempo los postulados y el proyecto original del PRD. Incluso cuenta que durante mucho tiempo tuvieron un diálogo constante y que cuando López Obrador era presidente nacional del PRD siempre lo buscaba a él y a otros políticos perredistas para reunirse al menos cada semana con ellos a revisar los temas de la agenda política y social del país y definir propuestas y posiciones de su partido.

Hoy ese diálogo entre los dos personajes no existe, al menos no con ese nivel de cercanía y de frecuencia. Las únicas veces que Muñoz Ledo ha podido saludar al presidente es cuando lo invitan como parte de la bancada de Morena al Palacio Nacional para discutir los temas y peticiones que el presidente le hace a los diputados de su partido. En esas reuniones, según cuentan algunos diputados que han asistido, normalmente habla el presidente y ocasionalmente algunos diputados pueden expresar opiniones y puntos de vista, pero el contacto con el mandatario suele ser muy breve y se limita al intercambio de saludos y de algún comentario a botepronto.

Al final, quienes conocen bien a los dos personajes, dicen que la dinámica que ha tomado la relación AMLO-Muñoz Ledo no les sorprende, porque al final ambos políticos de colmillo y experiencia, cada uno es congruente y fiel a su estilo: Porfirio siempre termina cuestionando y confrontando lo que no le gusta o le parece de los proyectos políticos en los que ha participado durante toda su vida y a fuerza de decir lo que piensa y no quedarse callado termina a veces distanciado, alejado o de plano en rompimientos (lo hizo en su momento con el PRI, lo volvió a hacer con el PRD y también lo repitió con Vicente Fox), mientras que Andrés Manuel también tiene en su historial alejamientos, distanciamientos y hasta traiciones para con políticos que en su momento fueron muy cercanos a él como asesores o colaboradores y a los que, cuando por alguna razón caen de su gracia o les pierde la confianza (en muchos casos porque le dicen sus verdades o le señalan errores) los saca definitivamente de su ámbito de confianza y cercanía.

Así que  tal vez no haya una ruptura total entre el presidente y el diputado Muñoz Ledo, pero es un hecho innegable que Porfirio se volvió una voz incómoda y crítica para el proyecto lopezobradorista. Una voz que, aunque respeta, a López Obrador cada vez le suena más parecida a la de sus adversarios y menos cercana a sus afectos. Qué tan duro y distante estarán viendo a Porfirio que la fuente de Palacio Nacional decía entre en broma y en serio: “Primero le puso la banda presidencial y hoy parece que ya quiere quitársela”.

NOTAS INDISCRETAS

Para preparar la llegada de Horacio Duarte a la Administración General de Aduanas y darle más “dientes” y herramientas para combatir la enquistada corrupción en el sector aduanero, ayer el presidente reunió en Palacio Nacional al próximo director de Aduanas, al director de la Unidad de Inteligencia Financiera y a la directora del SAT, Raquel Buenrostro, para ordenarles que refuercen y apoyen con todo el combate a las mafias y grupos criminales que operan en las aduanas nacionales y el combate a la corrupción. Como parte de esas medidas, que pretenden fortalecer a la próxima dirección del sector aduanero, ayer se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto, firmado por la directora del SAT, Raquel Buenrostro, en el que se define delegar diversas facultades a los funcionarios y administradores del SAT y del Servicio de Aduanas, que a partir de ese acuerdo podrán “retener las mercancías del comercio exterior, cuando las autoridades competentes presuman una infiltración a las disposiciones que regulan la materia de derecho de autor y de propiedad intelectual”. Además el Administrador General de Aduanas podrá otorgar o cancelar las autorizaciones de “agente aduanal incorporado a la agencia aduanal y de mandatario de agencia aduanal, así como habilitar a las referidas agencias, tramitar, resolver y notificar los actos o resoluciones concernientes”, y podrá también vigilar el cumplimiento de las obligaciones de la agencia aduanal y de los agentes aduanales incorporados”. Es decir, que muchas facultades y sanciones que hoy estaban centralizadas en las oficinas del SAT ahora se las dan a la Administración de Aduanas y a sus funcionarios para que puedan retener mercancías, sancionar o calificar a agentes aduanales y ordenar visitas sorpresa de verificación a los recintos fiscales y depósitos de mercancías. Se ve que entre el SAT, la UIF y Aduanas van con todo a perseguir y castigar corrupción y evasores de impuestos, en lo que parece ser un sistema más endurecido pero también puede rayar en el terrorismo fiscal y aduanero…A propósito de la UIF, ayer se comentaba en las oficinas de esa área de Hacienda que muy pronto habrá noticias sobre un personaje que está siendo investigado y que es muy cercano al ex presidente Peña Nieto. ¿Será que ahora sí irán penalmente contra el diputado Luis Miranda?... Se tiran los dados. Capicúa.

sgarciasoto@hotmail.com

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