Un par de horas de que recibiera con abrazos y apapachos a Evo Morales a su llegada a México, los periodistas le preguntaron a Marcelo Ebrard si la decisión de dar asilo al depuesto presidente de Bolivia, cuya dimisión fue celebrada por Washington como un “triunfo democrático”, no generaba tensión en la siempre compleja relación entre México y Estados Unidos. Y el canciller mexicano, que ha sido al mismo tiempo el principal interlocutor con el y ahora promotor denodado de la condena al “golpe de Estado” del asilo de Evo en territorio mexicano, respondió con notoria seguridad que no esperaba reacción alguna de la Casa Blanca.

“Estados Unidos tiene otro punto de vista,; bueno, cada quien tiene su punto de vista, son distintos. Los intereses de México no son exactamente los de Estados Unidos. Vamos a seguir así, no tenemos tensión”, sostuvo Ebrard, quien fue el encargado de organizar el complicado traslado y el periplo que tuvo que sortear Evo Morales para poder llegar ayer al hangar presidencial, luego de que Bolivia y Perú le impidieran sobrevolar su espacio aéreo. Fue el mismo Marcelo, quien recibió con toda la formalidad oficial y con un claro afecto al defenestrado mandatario y se encargó de mandarlo a una “casa oficial”, dispuesta por el gobierno mexicano, cuya ubicación no se reveló por razones de seguridad.

Y aunque ayer mismo trascendía por fuentes oficiales mexicanas que Evo sólo estará por un lapso breve en México y que de aquí será llevado a Cuba o a Venezuela en donde él quiere residir para “reorganizar su movimiento”, la tranquilidad y seguridad que muestra el gobierno del presidente López Obrador, de que estos hechos no tendrán ningún efecto ni respuesta en la relación con los Estados Unidos, difiere mucho de lo que se escucha en los círculos diplomáticos estadounidenses, donde sí hablan de una “molestia acumulada” en la Casa Blanca por varios hechos ocurridos en México en las últimas semanas.

Mencionan excolaboradores de la embajada estadounidense en nuestro país que desde el operativo fallido en Culiacán que fracasó en la captura y extradición de Ovidio Guzmán, hasta la masacre de mujeres y niños de la familias mormonas de los LeBaron y Langford, sumada a la reciente visita del peronista argentino Alberto Fernández que vino a hablar del “nuevo eje progresista” en Latinoamérica, rematando ahora con la posición mexicana sobre el Golpe de Estado en Bolivia y el asilo político a Evo, “hay muchas cosas que han ido acumulando tensión y molestia en Washington, que podrían sentirse en cualquier momento con una acción tomada desde la Casa Blanca”.

Y es que aunque el gobierno lopezobradorista y el canciller Ebrard crean que el rol activo de México defendiendo y arropando a los cuestionados gobiernos del Grupo del ALBA, junto con la promoción de un nuevo alineamiento del llamado “eje socialista o izquierdista” en la región latinoamericana, no le preocupan a Washington, la realidad es que por muy soberana y respetuosa de la Doctrina Estrada que resulte la política exterior mexicana, sí está chocando con las posiciones y los intereses de la política imperialista de los Estados Unidos.

La prueba de que sí hay un efecto y una tensión por los sucesos recientes se vio ayer por la tarde en  la reunión urgente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), convocada por petición mexicana, en la que claramente chocaron las posiciones de los gobiernos de México y de Estados Unidos sobre Bolivia: mientras la representación mexicana condenaba el “Golpe de Estado”, Washington celebraba la renuncia de Evo Morales.

De hecho, Carlos Trujillo, representante del gobierno de Donald Trump, hizo un ataque indirecto a México, al denunciar en su intervención que: “Estados Unidos nota la hipocresía de estados miembros de la OEA que afirman su apoyo a la democracia y la no injerencia (…) y decidieron violar ambos principios: se oponen a todos los esfuerzos para que Bolivia tenga elecciones libres y justas, y ahora intervienen mediante el apoyo a funcionarios del exgobierno, quienes planearon y ejecutaron un fraude electoral masivo”, dijo en clara alusión al asilo que México concedió a Morales y sus colaboradores.

Quedó claro en esta reunión que hay dos bloques opuestos en la OEA: uno, conformado por los gobiernos de México, Uruguay, Nicaragua y los representantes del gobierno de Morales, que acusan un “golpe de Estado” y consideran que Evo sigue siendo presidente  “legítimo” de Bolivia hasta el fin de su mandato el 22 de enero de 2020 y que condena la intervención de los militares en los sucesos; mientras que el segundo bloque, representado por los gobiernos de Estados Unidos, Brasil, Colombia y los delegados del venezolano Juan Guaidó —entre otros—, denunció un “fraude” electoral “masivo” emprendido por el gobierno de Morales, aplaudió su salida del poder y urgió que el “proceso de transición democrática” se lleve a cabo “sin violencia” y en “paz social”. Con este choque abierto, ¿es tan seguro pensar que no habrá un “coletazo” desde Washington como el que algunos creen que podría darse en los próximos días? ¿En que forma llegará la reacción del gobierno de Donald Trump si es que la hay?

NOTAS INDISCRETAS… El voto de los senadores del PRI le salvó la cara a Ricardo Monreal al ayudar a que la mayoría del Senado rechazara anoche reponer la votación cuestionada en la elección de Rosario Piedra como nueva presidenta de la CNDH. Gracias a los priistas, Morena tuvo el argumento para decir que ellos estaban dispuestos a repetir la votación, pero la mayoría decidió que no, y de ese modo, entre gritos, empujones y jaloneos, con la oposición panista gritando “¡Fraude!”, y Gustavo Madero siendo empujado y jaloneado por las senadoras morenistas, mientras la bancada oficial coreaba el nombre de "¡Rosario!", anoche se consumó la toma de protesta más cuestionada y manchada que haya tenido cualquier titular de los Derechos Humanos en México. Fue como si la cínica consigna calderonista del “haiga sido como haiga sido” se vistiera ahora con el color púrpura de Morena para imponer la voluntad no sólo de la mayoría senatorial, sino también del presidente en la CNDH. Veremos cómo empieza Rosario Piedra, cuya presidencia nace con mácula y con cuestionamientos de legalidad; si a eso se le suma su inocultable cercanía con Morena y su admiración confesa y profesa por el presidente López Obrador, será muy difícil que un apellido familiar tan respetado y reconocido por su lucha histórica en favor de los desaparecidos y los derechos humanos, hoy pueda trasladar ese mismo prestigio a la labor de Rosario como ombudsperson nacional. Ni hablar, Piedra se topará con obstáculos tan grandes como su apellido para construir su imagen y legitimidad como presidenta….Los dados mandan Escalera doble. Subida y felicitación para el cumpleañero de Palacio que hoy festeja entre tanta bajada.  

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