Los conquistadores españoles que fueron poblando el territorio de lo que hoy es México, siempre cuidaban que en el diseño de los pueblos y ciudades que iban fundando a su paso quedaran agrupados, en torno a la plaza principal o zócalo, el Palacio del virrey, gobernador o alcalde, la Iglesia por el poder religioso y la zona de portales comerciales por el poder del dinero. Esa trilogía que dominó durante toda la época de la Colonia y que apenas se modificó legalmente con las leyes juaristas de Reforma, prevalece hasta nuestros días y hoy, en la peor crisis de la pandemia , el Covid está golpeando simultáneamente a las cabezas del poder político, del poder económico y del poder religioso en nuestro país, con la enfermedad que padecen el presidente López Obrador , el ingeniero Carlos Slim y el cardenal emérito de la CDMX, Norberto Rivera Carrera.

Más que una coincidencia anecdótica o un buen encabezado para la prensa, el que las tres figuras de los poderes reales y de facto en México estén en estos momentos en cuarentena u hospitalizados, luchando contra la enfermedad que ha golpeado y matado a más de 150 mil mexicanos, es un síntoma claro e inocultable de que tenemos una crisis nacional por la forma en que se ha atendido esta pandemia y que si no hay una rectificación de la estrategia errática, necia y caótica que hasta ahora han seguido las autoridades sanitarias federales, si no se define urgentemente un cambio de rumbo, el desastre que ya estamos viviendo como el cuarto país del mundo con más muertes, se pondrá peor y va a rebasarnos por completo a autoridades y ciudadanos llevándonos hacia una auténtica tragedia humanitaria.

Que el presidente esté en estos momentos aislado, en cuarentena y que los mexicanos no podamos saber, por un tema de “privacidad” cuál es su estado clínico y cómo evoluciona de la enfermedad, que según las estadísticas y el comportamiento del virus entrará en su fase más crítica justo a la mitad de esta semana, no es sino un reflejo más de los criterios absurdos y personalistas con los que se ha manejado la pandemia en nuestro país. Una vez más la mano del terrible subsecretario Hugo López-Gatell aparece detrás de una decisión que desafía toda la lógica, la transparencia y el interés público: invocar el derecho a la “privacidad” del presidente en un momento en que el país está sumido en la peor crisis sanitaria, social y económica y en el que la evolución de la salud del presidente pudiera llevarnos, hipotéticamente, a una crisis constitucional por una ausencia del Ejecutivo, es algo que sólo López-Gatell pudo idear y que entra en la misma línea irresponsable de la “fuerza moral del presidente”, del “no está demostrado que el cubrebocas proteja del virus” o del “me fui de vacaciones sólo a la casa de unos familiares y guardé sana distancia”.

Otra vez, en un momento crucial para los mexicanos, en los peores picos y records de muertes y contagios, volvemos a estar en las manos de un inepto e irresponsable médico que sólo se mantiene ahí por el puro voluntarismo y la simpatía presidencial y que, paradójicamente, es también el culpable de que López Obrador se haya contagiado por haberle hecho recomendaciones carentes de rigor científico y no haber tenido la capacidad de contradecir al presidente sobre los riesgos que corría por no vacunarse primero, como correspondía a su calidad de Jefe de Estado, y por no haberle prohibido tomar aviones comerciales, salir y hacer giras y reuniones por toda la República como si no pasara nada y con una supuesta “burbuja” de protocolos de protección diseñados por el mismo López-Gatell y que claramente fallaron como ha fallado una y otra vez el subsecretario encargado de la pandemia.

Sobre el empresario Carlos Slim, a pesar de que su familia informó de su contagio y de su visita al Instituto Nacional de Nutrición “Salvador Zubirán” para “un monitoreo y observación”, la realidad es que el ingeniero está internado y es atentido y monitoreado por Covid en el Piso 4 de este centro médico, donde médicos que lo atienden confirman a esta columna que su estado es delicado, pero estable. El Piso 4 donde se encuentra Slim es el área privada de este hospital público en donde se atiende a pacientes VIP y particulares que pagan por su estancia en el hospital. Es un área con cuartos privados y bien equipados, en uno de los cuales está en estos momentos el empresario más rico del país luchando por su vida y en contra del virus. Ayer en entrevistas radiofónicas Arturo Elías Ayub, yerno del ingeniero, decía que no lo internaron y que sólo fue una “visita” a Nutrición, pero al menos dos médicos que trabajan en el piso 4 del INNSZ, uno de ellos que lo atiende directamente, confirmaron que el empresario sí está en internamiento.

En cuanto al cardenal Norberto Rivera, que lleva ya casi dos semanas internado en el Hospital Mocel del Grupo Ángeles, anoche su exvocero en la Arquidiócesis, Hugo Valdemar, reportaba que sigue en fase de mejoría general, aunque continúa en el área de Terapia Intensiva donde fue intubado hace una semana. El exarzobispo de la Ciudad de México ha denunciado, a través de sus voceros, que la Arquidiócesis Primada que hoy encabeza el cardenal Carlos Aguiar Retes no le había apoyado económicamente para cubrir la abultada cuenta del hospital privado, a pesar de que es política del arzobispado ayudar a todos los sacerdotes que lo necesiten.

En fin que estos tres casos del presidente, el hombre más rico y el cardenal no son ni más graves ni más importantes que la enfermedad, el dolor y la muerte que han padecido millones de mexicanos que han sido brutalmente golpeados por este virus; pero sin duda el que tres figuras emblemáticas de los poderes que gobiernan y dominan este país estén al mismo tiempo contagiados y luchando por sus vidas contra el Covid es todo un indicador de qué tan grave se ha puesto la pandemia en México y qué tan lejos estamos todavía de ver una luz al final del túnel, como la que ya se registra en otros países con la vacunación masiva, cuando aquí ni siquiera el presidente, el empresario con más poder económico y un jerarca religioso, que además los tres son de la tercera edad, tampoco han podido vacunarse. Así de lejos estamos, así de oscuro se ve el horizonte.

NOTAS INDISCRETAS…

Qué tan desesperados se vieron en la Alianza Opositora de Baja California para que hayan buscado a la Miss Universo, Lupita Jones, como candidata a la gubernatura por el PRI-PAN-PRD. Y es que después de que los panistas se opusieron tajantemente a la postulación de Jorge Hank Rohn, que proponía el PRI, empezaron a buscar nuevos aspirantes, pero se dieron cuenta de que ni el panismo ni el priismo tenían ya cuadros o liderazgos con presencia y tamaños para competir por el gobierno estatal. Y por ahí algún genio se acordó que la Jones es mexicalense, que fue Miss Baja California y que, aunque seguro no sabe nada de gobierno y de administración pública, sí es muy conocida y podría aportarles votos a la hora de la elección. Puede ser que la popularidad de una Miss Universo les alcance para no hacer el ridículo, pero definitivamente con esta decisión la Alianza Opositora está rindiéndose de antemano y está entregando la plaza a la candidata de Morena, la también mexicalense y alcaldesa con licencia, María del Pilar Ávila, que indudablemente le va a dar varias vueltas a la candidata aliancista… La presidenta del Inai, Blanca Lilia Ibarra, nos decía ayer en radio que, si bien el tema de la “privacidad” y el derecho a proteger sus datos clínicos también aplica para el presidente, en el asunto de la salud de López Obrador y su evolución ante el Covid hay también un tema de interés público notorio y que los servidores públicos tienen más acotada su privacidad que el resto de los ciudadanos. Eso es algo que incluso ha dictaminado la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Pero lo más interesante que decía la comisionada del Inai es que, ante la opacidad que invoca Hugo López-Gatell sobre la salud presidencial, están los principios de máxima publicidad a los que se deben los servidores públicos y funcionarios en el ejercicio de su cargo y sobre todo un caso del mismo gobierno de la 4T, como el de Olga Sánchez Cordero, la secretaria de Gobernación que, sin estar obligada y en una decisión personal de transparencia, publicó su prueba de Covid para informarle a los mexicanos que no estaba contagiada. Es decir que si los funcionarios y gobernantes quieren y están a favor de la transparencia sí pueden hacer públicos sus estados clínicos. A menos que prefieran la opacidad y la discrecionalidad. Ese parece ser el caso de López Gatell… Los dados mandan Serpiente. Falla el tiro.