Idealmente, esta elección debería ser una competencia entre dos proyectos de gobierno.

El de la 4T y el del Frente formado por el PRI y el PAN.

El problema del Frente es que no tiene un proyecto.

–Ay Berman, ya lo has escrito 6 veces –dirá exasperado algún lector asiduo a esta columna.

Pero qué hacer si ese es el hecho que define esta elección, que uno de los contendientes quiere vendernos a los electores eso: un producto que todavía no existe.

Uno de los principales ideólogos del Frente, Jorge Castañeda, escribió hace ya un año que un proyecto no solo era innecesario, era una pendejada.

“No distraerse con pendejadas como un Proyecto de Nación”, escribió Jorge Castañeda en la revista Nexos. “El mensaje es Xóchitl”. “Ella, las gelatinas”, su historia personal, su candor, sus bromas, sus ideas todavía sueltas para resolver tal o cual cosa. “Dos o tres ideas fuertes, eso basta”, escribió Castañeda.

Había que cubrir el país a lo largo y lo ancho con Xóchitl. Gastar millonadas en ello. Que Xóchitl fuera omnipresente: espectaculares, 4 entrevistas diarias, panfletos, videos y canciones.

Y sí, Xóchitl ha sido omnipresente y ha conquistado los corazones de todos los que a lo largo y ancho del país habían ya decidido votar contra la 4T. Un tercio de los electores. Un 30%.

Y no ha conquistado a un solo elector más.

¿Por qué?

A mi parecer, por lo dicho: porque no sabe explicar en términos amplios qué harían ella y sus funcionarios desde los escritorios del Poder.

¿Se puede ganar una elección solo diciendo No seremos ellos, la 4T?

Eso ha sido el intento del Frente.

Y en eso han tenido puntería perfecta. Localizaron los dos fracasos de la 4T. Su fracaso para contener al Crimen Organizado y su fracaso para contener la corrupción.

Y durante ya los últimos tres meses han hecho una campaña espectacular para anunciar esos dos fracasos. Millones de tuits, un centenar de discursos de Xóchitl, prensa internacional, videos, noticias ciertas y falsas: todo enfocado a resaltar los dos fracasos principales de la 4T.

Asombra, pero de nuevo, no han remontado ni un percentil en la preferencia de los electores, y eso porque el Crimen Organizado y la Corrupción son fracasos de la 4T, pero también del PRI y del PAN.

Son los dos problemas endémicos del país. Lo saben los electores: un gobierno llega y otro se va y ahí se quedan la corrupción y el crimen, que son redes gigantescas de notarios, jueces, magistrados, abogados, empresarios contratistas, en el caso del Narco también ejércitos de sicarios, que ofrecen sus servicios a los funcionarios recién llegados.

Me avisan que ahora mismo se hila por fin un proyecto en el Frente cuyo enunciado es Salvemos al País de la Dictadura.

–¿Qué Dictadura? –le pregunto a mi informante.

–No te hagas wey, Berman. La Dictadura de la 4T, que ha militarizado al país y quiere destruir sus instituciones y abolir para siempre la Democracia.

¿Dónde lo ha militarizado? Ahí donde el ejército es la única e insuficiente contención contra el Narco.

¿Qué instituciones han de salvarse? Sobre todo el Poder Judicial tal y como ahora lo conocemos, como el más impopular Poder del país.

¿Qué Democracia? Esta que permite la aparatosa y costosísima contienda que llevamos un año presenciando, financiada por nuestros impuestos.

Mi vaticinio: no van a ganar ni un solo nuevo elector con ese otro humo fabricado por los analistas políticos del Frente a lo largo del sexenio. El 30% de los electores ya estaban intoxicados con él aún antes de enfilarse tras Xóchitl –y el resto ya sabe que ese humo es humo.

Nadie me pide mi opinión, pero acá se la doy al Frente.

No distraerse en pendejadas: bajar a la calle y preguntarles a los electores de carne y hueso qué necesitan de un gobierno y sentarse ante las mesas de trabajo y diseñar soluciones a las necesidades de ellos.

No creo que lo hagan. Andan demasiado ocupados en ganar la presidencia por medios más sofisticados. Con publicidad. Con campañas de ataque.

Y también, a últimas fechas, andan ocupados cebando al chivo expiatorio que usarán el 3 de junio, si se vuelve oficial que no la ganaron.

–Pésima candidata –dirán los señoros del Frente, sacudiendo las cabezas.

Esos mismos señoros que mandaron a Xóchitl a venderle humo al país.

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