Este miércoles, desde el podio de la Mañanera, Jenaro Villamil dio una clase magistral de lo que es un montaje. Para ello el titular del Sistema Público de Radiodifusión revisó varios de los montajes que el sistema de seguridad del país realizó en las últimas dos décadas para suplir la realidad con invenciones, y se detuvo en uno de los montajes más célebres: la emisión televisada de la supuesta irrupción de la policía federal en la supuesta guarida de una supuesta pareja de secuestradores.

En la imagen central del montaje, mientras una mano le aprieta por atrás el cuello, el supuesto secuestrador principal, un Israel Vallarta con el rostro deformado por los moretones y la mirada baja, confiesa su supuesto crimen. El cuadro no captura a quien le aprieta el cuello con la mano y así lo somete a seguir el guion inventado: hoy sabemos que es la mano de Luis Cárdenas Palomino, el empleado de confianza del entonces Secretario de Seguridad, Genaro García Luna .

No había pasado una hora de concluida la Mañanera cuando Carlos Loret respondió en las redes. Se disculpó por haberle ofrecido a la audiencia de su noticiario aquel montaje, aseguró que en su momento no supo que transmitía una mentira, no explicó por qué su camarógrafo protegió durante cuatro largos minutos la identidad del dueño de la mano que apretaba el cuello de la víctima del montaje, nunca moviéndose para registrar su rostro, y pasó raudo al pleito que le importa, encuadrado por él mismo en términos muy personales: yo el periodista contra el Presidente .

¿Y Vallarta?

Quiero imaginar que Israel Vallarta vio la exposición de Villamil en la pequeña pantalla de su celular, a alguna hora de ese miércoles, y puedo suponer (solo suponer, porque Israel Vallarta no puede tuitearlo desde la cárcel ni puede cruzar las rejas del centro carcelario y tomar un uber y presentarse en una Mañanera para hacerlo personalmente), puedo solo suponerlo decía, que Israel Vallarta le formuló en su imaginación algunas preguntas a Carlos Loret y al Presidente.

Si Loret se siente de verdad culpable de haber cooperado para traerme acá, ¿por qué no ha deshecho su error, con sus instrumentos de periodista?; ¿por qué no ha dedicado un reportaje de media hora a mostrar la injusticia que me mantiene preso desde hace 15 años?

Y si hoy al Estado le ha quedado claro que fui víctima de un montaje, ¿por qué sigo en la cárcel?

Una reportera le había preguntado lo último a la Secretaria de Gobernación durante la Mañanera y ella respondió que Israel Vallarta tiene otros dos cargos pendientes. ¿Qué cargos?, preguntó la reportera. La Secretaria no los recordaba en ese momento. Sin embargo para ese mediodía la esposa de Vallarta aclaraba en una entrevista de qué par de cargos se trata: dos cargos que fueron igual montajes: invenciones de la policía para retener a su esposo en la cárcel.

Y también la esposa de Vallarta aventuró el por qué su marido sigue en prisión. Porque el mismo equipo que manejaba hace 15 años el Sistema de (In)justicia del país mantiene hoy su autoridad: los esbirros de García Luna todavía hoy controlan la suerte de Israel Vallarta.

El estimado lector, la estimada lectora, querrá distraer su atención de la desdicha de un preso solitario y volverla a los espacios luminosos de la lucha por el relato de la Patria: mucha testosterona, golpes tremendos, gran alboroto en las graderías de la gran pelea estelar, que sin duda tiene consecuencias históricas.

Y sin embargo el lector, la lectora, haría mal si se olvida de Israel Vallarta, porque a menos que sea un multimillonario o un familiar de un Secretario de Estado, todavía hoy usted o yo podemos ser apresados por la policía, ser juzgados por un supuesto crimen, aparecer en las primeras planas de un periódico con la mirada baja y con una mano que nos aprieta el cuello, y podemos quedarnos en la cárcel los próximos 15 años.

Mientras la transformación no llegue a nuestro infame Sistema de (In)justicia , Todos (excepto unos cuantos) somos Israel Vallarta.

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