El joven académico terminó su artículo sobre los pensadores de la Izquierda. Un texto bien documentado y elegante en su redacción.

Los pensadores nacionales de la Izquierda provenían de una larga tradición de crítica al poder político, afirmaba. Pero ahora que por primera vez la Izquierda había ganado la presidencia del país, los pensadores de la Izquierda habían cambiado. Jamás criticaban al presidente y en cambio no cesaban de ejercer su antigua crítica al poder económico, que por entonces enfrentaba al mandatario.

Oh patéticos, escribió exaltado el joven académico. Se han sacado un ojo, el izquierdo, y son tuertos voluntarios.

Y él se sintió muy complacido. La frase cerraba el artículo con contundencia. Fue entonces que a punto de enviarlo al periódico, pensó algo más. Se le ocurrió agregar un párrafo sobre los críticos que provenían de la Derecha. O lo que por entonces se llamaba la Derecha: los liberales económicos, los pro capitalistas.

Los excelentes pensadores de la Derecha, tecleó, criticaban los excesos y los errores y hasta los tartamudeos del presidente de Izquierda, de los ministros de su gabinete y de sus acólitos, como era su deber. Pero incurrían en una ceguera y en una simplificación.

El joven académico siguió observando a sus dedos teclear, verídicamente intrigado.

La ceguera: nunca incluían en sus mapas al poder económico que enfrentaba a la Izquierda. La simplificación: su único plan a futuro era cortarle la cabeza al presidente y regresar al pasado.

Oh tristísimos. Son también tuertos. Se han sacado un ojo, el Derecho, y son tuertos voluntarios.

Esta última afirmación se le escapó a los dedos y se tecleó sola ante su enorme sorpresa. Y otras frases se teclearon solas a continuación.

¿Pero es que se puede ver la realidad con dos ojos? ¿Verla con dos ojos implica una traición a los tuertos del ojo Derecho?, ¿o a los del Izquierdo?

¿Y a quién sirve ver la realidad con dos ojos: a qué facción adelanta en su lucha por conquistar el poder? ¿O es que el trabajo de un pensador no es ganar el Poder, sino lograr el mapa más amplio de la realidad?

El joven académico siguió observando de lejos a sus dedos teclear solos una última pregunta.

¿O es que solo viendo con ambos ojos la realidad se puede ser de Izquierda o de Derecha con lucidez?

Ahí se detuvo, asustado, el joven académico. Entrelazó los dedos de las manos y los apretó entre sí para que ningún dedo se moviera por su propia voluntad.

¿Qué demonios he hecho?, se preguntó. Y una retahla de preguntas se descolgó por su mente.

¿Quién le publicaría esa crítica a la forma de pensar de los pensadores actuales?, ¿una publicación de Izquierda o una de Derecha? ¿O ninguna? ¿Había alguna publicación cuyo director editorial no se hubiera sacado un ojo?

Oh tremendo sufrimiento. Con un dolor filoso clavado en el corazón, el escritor tomó una decisión heroica.

Borró los párrafos de crítica a la Derecha y luego tomó su pluma fuente, abrió grandes los ojos y se clavó la punta de la pluma en el ojo Derecho.

Y así, tuerto de un ojo, del Derecho, con hilos de sangre rodando por la mejilla, envió su texto a la publicación Los Tuertos Voluntarios.

Cabe reportar que su artículo causó un gran júbilo entre los tuertos del ojo Derecho. En cuanto a los tuertos del ojo Izquierdo, ni siquiera lo leyeron.

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