Hay 32 millones de jóvenes entre 15 y 29 años de edad. Para desarrollar todo su potencial requieren políticas específicas, en especial en educación y trabajo. Es buena noticia que el gobierno haya dado prioridad a la juventud en los nuevos programas. Se requiere que logren resultados.

El primer objetivo es lograr que las personas jóvenes concluyan su ciclo de formación completo. Educación de calidad para contar con conocimientos y competencias para vivir sanamente, ejercer su ciudadanía, ejercer el trabajo que elijan y desarrollar todo su potencial. Para ello hay dos retos: el abandono de la escuela y la baja calidad educativa. Cada año más de 600 mil jóvenes abandonan el bachillerato. Casi la mitad de jóvenes entre 18 y 22 están ya fuera de la escuela. Hay más de 11 millones de jóvenes mayores de 18 y menores de 30, que no cuentan siquiera con bachillerato completo. Son casi la mitad de ese grupo de edad. (Datos Encuesta Intercensal Inegi). Ya no están en edad de regresar a la escuela. Y en México no hay opciones de “segunda oportunidad”.

El segundo objetivo es que las personas jóvenes puedan realizar un trabajo digno, con remuneración suficiente, seguridad social y contrato estable. 12 millones de jóvenes ocupados, el 80% del total gana menos de 6 mil pesos. Esto es insuficiente para adquirir la canasta básica para dos personas. Pueden trabajar y vivir en pobreza. La mitad de quienes tienen empleo asalariado (51%) carecen de seguridad social, son 5 millones 870 mil jóvenes a quienes se les niega la salud y otras formas de protección social. Casi dos de cada tres jóvenes con trabajo asalariado (63%) carecen de contrato estable. Son 7 millones 232 mil jóvenes trabajadores en indefensión, por modelos de negocios que violan la ley. (Datos del Observatorio de Trabajo Digno en www.frentealapobreza.mx)

Los nuevos programas del gobierno como “Jóvenes Construyendo el Futuro” (JCF) busca mejorar la empleabilidad de jóvenes sin trabajo y fuera de la escuela. Es importante que logren resultados. Para ello, requieren buen diseño y buena aplicación práctica. En el caso de JCF hay dos grandes retos que no se pueden posponer para este 2º año: llegar a jóvenes con los mayores obstáculos para trabajar y garantizar capacitación que mejore su empleabilidad. El primer reto es la clave. JCF debe llegar al “núcleo duro” del problema, a jóvenes en rezago educativo y en condiciones de riesgo. Si no, su efecto será marginal, al apoyar a quienes de todos modos iban a conseguir trabajo.

Entre jóvenes en desempleo, hay 1 millón 100 mil además con rezago educativo. El 58% son mujeres. La mayoría viven en zonas de pobreza y contextos de violencia, adicciones, informalidad. Ese contexto dificulta que participen. La capacitación más relevante en estos casos no es sólo técnica, requieren desarrollar habilidades y superar contextos socioemocionales adversos. JCF debe incluir mecanismos que garanticen una capacitación relevante para este “núcleo duro” de la juventud sin trabajo. Ese es el segundo reto.

La mayoría de empresas carecen de programas de capacitación para su personal, es poco probable que los realicen para quienes participan en JCF. El programa JCF ha invitado a organizaciones civiles especializadas que promueven la empleabilidad con jóvenes en rezago, violencia y riesgos. Estas organizaciones cuentan con metodologías probadas para las habilidades blandas y el desarrollo socioemocional. También pueden incorporar servicios de las entidades públicas de capacitación. Y cerrar en el “mes 13”, con acciones específicas para que consigan trabajo.

Estas acciones pueden tener impacto en el “núcleo duro” del problema. Y así lograr también resultados a favor de la paz y la cohesión social.


Experto internacional en programas sociales.
@rghermosillo

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