La industria de la ropa, el calzado y accesorios de vestir es un gran emporio económico. Se estima su valor en 3 billones de dólares (3 millones de millones). Si fuera un país, sería la 7ª economía del mundo, mayor que Brasil o México.

Desde su origen en el siglo XIX, como “motor” de la revolución industrial y hasta fechas recientes, con la moda efímera y el boom de las ventas en línea, esta industria ha sido cuestionada por promover condiciones laborales denigrantes. Y ahora también por producir toneladas de ropa que se convierte en basura y contamina grandes extensiones de tierra.

En 2013, el derrumbe del edificio Rana Plaza, que albergaba grandes talleres de producción de ropa en Bangladesh obligó a grandes marcas de ropa a comprometerse con evitar condiciones denigrantes de trabajo.

Recientemente las redes viralizaron las precarias condiciones laborales en Guangzhou, donde quienes producen para Shein trabajan 75 horas a la semana. Refleja la realidad de la “fast fashion” con ropa barata, ventas en línea y publicidad en redes sociales.

En México, lo vivimos en 1985. El sismo derrumbó los talleres semiclandestinos de San Antonio Abad y zonas aledañas. Supimos que miles de mujeres trabajaban en condiciones de total precariedad en maquilas de ropa.

Hoy la precariedad laboral está de moda. Los censos económicos contabilizan casi 2 millones de personas ocupadas en la manufactura y el comercio de prendas de vestir y calzado a nivel nacional. De ellas, la mitad trabaja sin derechos.

Lo indignante es que esto sucede en empresas “de prestigio” como tiendas departamentales, donde la mitad del personal ocupado trabaja por outsourcing abusivo (52%) y pero en las grandes cadenas de supermercados, donde así está casi todo el personal (85%).

Arrancamos la campaña “la precariedad laboral está de moda” y presentamos 6 propuestas, entre ellas: el incremento de los salarios para que nadie gane menos de $8,100 al mes (el costo de dos canastas básicas). Y permitir la verificación de la eliminación del outsourcing abusivo conforme a la ley aprobada el año pasado.

Emplazamos al diálogo a las empresas sobre estas propuestas. Hay mucha tela de donde cortar. Es inaceptable que su publicidad venda estatus social y prestigio y que su modelo de negocios viole derechos humanos: laborales y ambientales.

Invitamos al público consumidor, en especial a jóvenes, a exigir la mejora de condiciones laborales y a promover el consumo responsable contra la contaminación.

Iniciamos campaña con una pasarela de datos, una serie de 3 videos documentales de corta duración y un reporte especial sobre condiciones laborales en esta industria. (Disponibles en frentealapobreza.mx). Les invito a verlos y difundirlos.

Impongamos la moda del trabajo digno.

Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo

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