En las últimas semanas, la industria de viajes y turismo ha dado una serie de vuelcos impredecibles; es notable el estado de crisis en el que se encuentra, que va mucho más allá del hecho de tener colapsados los mercados emisores, destinos receptores y empresas que forman parte de la cadena de valor. Las condicionantes, producto de la pandemia del COVID-19, tienen paralizados los motivos, deseos o razones de viaje del turista de casi todos los mercados, hecho que se manifiesta no sólo en la falta de transacciones comerciales sino, incluso, en una disminución muy pronunciada y nunca vista en un mundo globalizado y digital, en las búsquedas de destinos, marcas, restaurantes, experiencias, actividades, sitios icónicos, etc. Es decir, hoy, como nunca, la industria turística está detenida.

Esta situación modificará, irremediablemente, a las sociedades modernas en sus hábitos, como ya está sucediendo, en el uso de las tecnologías de video-comunicación, realidad virtual, aplicaciones o plataformas; forzarán a las empresas y profesionales a replantearse la necesidad de trasladarse para sostener un encuentro en persona, realizar una demostración de producto, compartir una investigación o cualquier otra razón; incluso visitar a un amigo o familiar. Adicionalmente, las secuelas económicas de esta crisis tendrán un efecto profundo en los costos de la cadena de servicios turísticos. Es probable que muchas empresas, sobre todo pequeñas, desaparezcan al no contar con la liquidez ni los incentivos para reiniciar operaciones. Con ello se perderán no sólo los empleos, sino la innovación de producto, los esfuerzos de conservación ecológica, las leyendas de un pueblo o tradiciones familiares en la preparación de un platillo, por mencionar algunas cosas.

La flexibilidad en las políticas de cancelación o cambios, así como los estándares de higiene, son dos elementos que ahora pasarán a ser parte del catálogo intrínseco de los viajes. Nadie cerrará un paquete sin revisar si puede ser modificado y a qué costo. Tampoco se organizará un viaje grupal sin preguntar por las medidas de sanitización y limpieza en cada servicio que se preste, o sobre las facilidades médicas alrededor del lugar. El propósito de realizar congresos y convenciones será reevaluado en su composición, contenido, diseño y hasta en su mismo propósito o razón de llevarse a cabo. Como nunca la vida balanceada, dentro y fuera, tendrán un rol central en los individuos. Las experiencias de meditación, yoga, alimentación orgánica, el ejercicio, la espiritualidad y los viajes con propósito filantrópico, seguramente crecerán.

Un elemento importante que incidirá en el futuro próximo para reactivar la industria a nivel global, es la velocidad con que las fronteras se abrirán nuevamente para recibir a ciudadanos extranjeros. Más de la mitad de los países, actualmente, imponen restricciones (parciales o totales) de viaje para ciudadanos o residentes de otros países. Esta situación, como todo lo que se está viviendo, no tiene precedente desde que se instauraron los pasaportes para visitar otros países. La tecnología, en este rubro como en la mayoría, incidirá para reactivar el flujo y determinar el nivel de riesgo para el visitante.

El turismo de masas tendrá que ser replanteado. ¿Quién querrá verse confinado a un espacio en el extranjero con algunos miles de personas, sin conocer su procedencia, compartiendo alimentos, mobiliario, bebidas, entretenimiento, alojamiento o asiento? Las principales empresas turísticas en el mundo, sin importar el volumen de negocio, tendrán que aplicar medidas agudas para escuchar al viajero potencial y adecuar su oferta a lo que realmente está buscando o sintiendo su cliente. De lo contrario, tardará muchos años, y no meses, en recuperarse la industria turística y, con ello, los notables y probados beneficios que trae a las sociedades como vehículo de entendimiento.

Sólo con un intenso trabajo colaborativo entre gobiernos, instituciones privadas, asociaciones y demás actores involucrados en la actividad, una industria que ha transformado, para bien, al mundo, podrá ser viable. Recordemos que el turismo aporta el 10.4% del producto interno bruto mundial y que genera 319 millones de empleos (WTTC).

Director General del Fideicomiso de Turismo de Los Cabos

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