La actividad turística pasa por un proceso particular, como nunca, sus elementos esenciales están sufriendo modificaciones substanciales para acoplarse a la actualidad. Para decirlo en forma concisa, el turismo como fenómeno socioeconómico y cultural está siendo refundado.

Es indudable que la mayoría de las decisiones tomadas para enfrentar el reto de la Covid-19, presentaron desviaciones sistemáticas y errores de juicio. Cada país u organización llegó a conclusiones distintas en condiciones parecidas. El turismo quedó atrapado en una falacia lúdica, como es descrita en el libro “Cisne Negro” de Nassim Taleb, en donde los modelos establecidos no sirven para predecir eventos poco probables. Sin embargo, esto abrió una gran oportunidad para replantear la forma en la que los viajes se realizan, estableciendo nuevas prioridades, limpiando formas indeseables y revalorizando el aspecto humano.

La disrupción ha acelerado muchas de las tendencias que ya se venían presentando, como el uso intensivo e integral de la tecnología, la demanda de acciones concretas por parte del mercado y los viajeros en busca de sustentabilidad o en un estilo de vida enfocado en el bienestar. No obstante, también está sufriendo modificaciones en elementos inherentes que no podían ser visualizados previamente y que condicionarán en forma determinante esta actividad en los siguientes años y, quizás, hasta que llegue la siguiente crisis mundial.

Conforme los países se han ido reabriendo, las motivaciones de viaje se han ido reajustando, tanto a los destinos permitidos como a los niveles de seguridad de las personas. En definitiva, hay un segmento de viajeros que busca, antes que nada, salir del entorno en donde ha permanecido por más de un año, recluido en condiciones nunca experimentadas. Este tipo de viajeros privilegia el confort inmediato para resarcir sentimientos de ansiedad causados por la carencia de satisfactores que consideraba como un derecho, incluido los viajes.

El bloque de viajeros más considerable ha privilegiado las condiciones de seguridad sanitaria personal y ha esperado, o está esperando, a ser vacunado para realizar algún viaje, especialmente por avión y más aún internacional. Este segmento es el que realmente permitirá que la actividad turística se reactive en cantidades significativas y en todas sus modalidades. Aunque en un inmediato plazo existan estigmas en torno a cierto tipo de viaje que han sido denostados, como los cruceros o las grandes urbes, es seguro que retornarán con protocolos específicos y condiciones de mercado distintas.

Los destinos cercanos y percibidos como seguros están siendo los primeros en beneficiarse, pero esta ecuación se irá ajustando conforme se modifiquen las condiciones de cada región, país y ciudad. Dada la incertidumbre general y la asimetría de información sobre las condiciones particulares, no todos los lugares que antes eran visitados lo serán en la misma cantidad.

Como se sabe, mención especial se debe hacer al viajero de lujo que invierte grandes cantidades de recursos económicos para encontrar una fórmula que satisfaga su entorno de seguridad y sobre todo su apetito por experiencias únicas, distintas y exclusivas. Este tipo de viajero, que nunca dejó de viajar, será el primero en volver a probar los límites de sitios recónditos, en este u otro planeta, y continuará marcando tendencia en servicios requeridos.

La industria de reuniones y los viajes corporativos, como mucho se ha dicho, están siendo replanteados, empezando por la razón misma de realizarse. Sin embargo, en contraparte a lo que se pensaba, en lugar de eliminarse, están siendo ampliados tanto en calidad, cantidad y formato de asistentes, como en su propósito. Es decir, si se va a llevar a cabo la reunión o evento, el objetivo mismo por el que está siendo organizado no sólo debe de ser claro y específico, sino que debe contar con un valor superior tanto a la organización que lo realiza como a la comunidad en donde tiene lugar. Este principio está forzando a buscar fórmulas creativas que exponencialmente amplíen los puntos de contacto entre los actores participantes.

Finalmente, ha quedado claro que no existen mecanismos de regulación internacional para los viajes entre los países, incluso con los recursos tecnológicos existentes que permitirían (si fueran aplicados correctamente) el intercambio en tiempo real de información sobre la salud y condición de los viajeros. Los organismos y acuerdos multilaterales han sido sobrepasados por la crisis que continúa generando la Covid-19. Si se quieren evitar crisis similares, se requiere de un nuevo marco de trabajo coordinado. Parafraseando a Anatole France, el turismo está oculto detrás de los hombres que lo hacen.

Director General del Fideicomiso de Turismo de Los Cabos

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