El proyecto turístico de Playa Espíritu, en Sinaloa, creado en 2008 bajo el gobierno de Felipe Calderón , agudizó la quiebra financiera del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y atrajo señalamientos de una grave corrupción. A los enigmas de esta historia se suma que solo ha merecido alusiones marginales del presidente López Obrador , quien no pierde oportunidad de cebarse contra su némesis y antecesor.

Acaso habrá que buscar en otros actores de esta trama las razones de la discreción presidencial ante un boquete en las finanzas públicas que aún se arrastra. O ante la súbita cancelación de un proceso judicial contra funcionarios de Fonatur que condujeron ese proyecto. Una demanda que habría sido sepultada durante la administración Peña Nieto por el entonces secretario de Gobernación y actual senador Miguel Ángel Osorio Chong .

Fonatur compró aquel año 2,381 hectáreas, el doble del Cancún original, propiedad de Antonio Toledo Corro (1919-2018), exgobernador sinaloense, colaborador y amigo del expresidente López Portillo. El 17 de febrero de 2009, cuando puso la primera piedra del “Centro Integralmente Planeado Playa Espíritu”, Calderón lo llamó el "proyecto más importante de turismo en los últimos 25 años, y será el más importante también en las dos primeras décadas del siglo XXI".

La iniciativa derivó en un fracaso, como ha ocurrido con otras iniciativas de Fonatur, como Loreto, Huatulco e Ixtapa. El organismo opera hoy tareas esenciales en torno al Tren Maya.

Aquella operación, por 119 millones de dólares (1,817 millones de pesos de entonces), rompió la práctica de que el organismo operara sólo terrenos federales o expropiados. Bajo Calderón (2006-2012), los pasivos de la institución brincaron de 1,500 a 4,465 millones de pesos, según documentos oficiales consultados por este espacio.

La adquisición fue efectuada por Miguel Gómez Mont , hermano de Fernando de los mismos apellidos, a la sazón secretario de Gobernación (2008-2010) y uno de los cinco titulares que tuvo la dependencia en esa administración, dos de ellos muertos en tragedias aéreas.

Miguel Gómez Mont se había dedicado 30 años al desarrollo de vivienda popular. En junio de 2010, fue cesado tras protagonizar una trifulca en Sudáfrica con familiares de la Selección Mexicana de futbol recién eliminada del campeonato mundial. Cinco meses después, su hermano dejaría también el puesto.

Ante la compra de Playa Espíritu, en el municipio de Escuinapa, a 85 kilómetros de Mazatlán, Fontur emprendió una carrera contra la quiebra financiera, mediante préstamos, aplazamientos y renegociaciones con bancos privados como Inbursa; públicos, como Bancomex y Banobras, e incluso internacionales, como el BID . Pero el nuevo polo turístico nunca cobró vuelo, lo que contrarió a la familia de Toledo Corro , que se había reservado predios playeros en espera de que llegara la bonanza gracias a su vecino, el gobierno mexicano.

Tras el cese de Gómez Mont, Calderón tuvo todavía dos titulares de Fonatur, lo que es un signo en esa institución, que desde que fue creada en 1974, ha contado con 19 directores, una permanencia promedio de 2.4 años.

A la llegada de Enrique Peña Nieto , en 2018, las nuevas administraciones de Fonatur (tuvo dos directores) intentaron contener el bache financiero, para lo que vendieron terrenos y frenaron nuevos negocios. La deuda disminuyó, pero la operación de la entidad se redujo notablemente.

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