En reuniones presenciales, cobijado en un discreto restaurante, Raúl Gómez, jefe de oficina de Hugo López-Gatell y uno de los personajes más influyentes entre sus colaboradores, borda conjuras con datos y especulaciones que filtra a periodistas y otros actores. Su propósito: tumbar del puesto al secretario de Salud, Jorge Alcocer.

Esto retrata la aventura que comanda López-Gatell, el subsecretario de Salud colado a las reuniones presidenciales, donde se trepó a los cuernos de la luna, arrogante y con un discurso de izquierdas sin sustento en su biografía. Un funcionario obsesionado con el poder, al grado de que, según evidencias referidas aquí el pasado domingo, ha decidido sabotear la llegada de las vacunas contra la Covid-19, esperanza de vida y herramienta para sacar al país de la peor crisis sanitaria y económica en un siglo.

En el mundo se distinguen ya los países que podrán subirse oportunamente al tren del acceso a estas vacunas (este mismo año, o a más tardar en enero), y los que se quedarán abajo. Estados Unidos actualiza (y publica) constantemente su programa (https://bit.ly/2UzXseE) para distribuirla mediante los Centros de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). En México no existe documento oficial sobre una eventual estrategia.

Hace más de un mes, el presidente López Obrador firmó compromisos de compra de vacunas con tres fabricantes que, según se ha informado, antes de recibir un solo dólar deberán obtener permisos de autoridades en Estados Unidos (FDA), Europa (EMA) y aquí (Cofepris). Pero esas mismas empresas y diversos sectores gubernamentales señalan que López-Gatell bloquea, lanza tuits, objeta llevar esos convenios a contratos formales. Se diría que busca descarrilar las negociaciones y que la vacuna no sea aplicada antes de junio… si todavía está disponible.

Mientras tanto, parece consumir su tiempo en complots como el encomendado a su jefe de oficina, el citado Raúl Gómez. Este se halla dedicado a deslizar ante sus interlocutores supuestas evidencias de que el secretario Alcocer Varela ocupa una oficina disfuncional; lo señala de no cumplir con obligaciones que asigna la ley de salud; de no convocar a sesionar a organismos esenciales; de abandonar la relación con el mundo.

La conclusión que confecciona en sus coloquios este funcionario de cuarto nivel en Salud es que el titular del ramo debe irse a su casa, con todo y su larga trayectoria como investigador, su Premio Nacional de Ciencias, su cercanía personal de dos décadas con el presidente López Obrador, su compromiso con la izquierda, compartido con su pareja, Margarita Castillejos, parte de una familia aguerrida. Gómez urge a que se largue Alcocer, la eminencia médica que hasta el último momento atendió a dos mujeres clave en la vida del Presidente: su primera esposa, Rocío Beltrán, fallecida en 2003, y su madre, doña Manolita Obrador González.

Se trata del mismo Alcocer que cobijó a López-Gatell en el afamado Instituto Nacional de Nutrición, donde encabezaba un acreditado laboratorio. Su protegido llegó cargando el estigma de haber sido parte del equipo rebasado por la crisis de una nueva variedad de influenza en 2009, durante la administración del panista Felipe Calderón.

Al inicio del actual gobierno, su profesor promovió a López Gatell para ser subsecretario, lo propuso como vocero del combate a la pandemia. Una plataforma desde la que el beneficiario juega hoy con la vida de los mexicanos. Para dedicarse a la política, y cultivar la deslealtad.

rockroberto@gmail.com

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