La crisis interna ocasionada por la tragedia en el Metro capitalino ha colocado al gobierno López Obrador frente a una prematura pugna por el relevo en la Presidencia que puede fracturar su proyecto y, en los hechos, agotar en tres años lo que le tomó décadas construir.

El Presidente luce desbordado por personajes de la llamada Cuarta Transformación que han encontrado en esta coyuntura la oportunidad de formar filas en torno a las aspiraciones futuristas de Claudia Sheinbaum , sea para evitar que se desplome en el ánimo de Palacio Nacional, sea para herir de muerte la causa de Marcelo Ebrard , el otro precandidato natural a la sucesión.

La promesa de esclarecer las causas del derrumbe del 3 de mayo (con la muerte de 26 personas de origen humilde) en la línea 12 del Metro , que aún no cumple nueve años en operación, parece naufragar, entre otros preocupantes, ante el empecinamiento de sostener a su directora, la muy controvertida Florencia Serranía .

El actual gobierno de la ciudad, como el de su antecesor, Miguel Ángel Mancera , y el del citado Ebrard debieran estar bajo el mismo tipo de escrutinio. El enfoque tendría que radicarse en dictámenes en verdad independientes, sobre la línea 12 y sobre todo el sistema del Metro, la calidad de su mantenimiento y los presupuestos ejercidos.

Si cualquiera de los implicados se desempeña como juez y parte, es colocado a un lado o por encima de la investigación, la duda ciudadana los acompañará, y esta historia constituirá un fardo en el legado de López Obrador . Una mala conducción de esta crisis —que se suma a la electoral y a la de la pandemia— puede atraer un cisma en la 4T que la haga llegar al 2024 minada y sin cohesión.

Existe una singular faceta de este drama que tiene visos de convertirse en melodrama, la cual se ha ido consolidando en torno al citado Mancera, actualmente senador. Está documentado que él utilizó la línea 12 para construir una ruptura con su antecesor Ebrard, aplaudida o fomentada por el gobierno Peña Nieto no para frenar al ahora canciller, sino para dinamitar el camino de López Obrador hacia su tercer y definitiva contienda por la Presidencia.

De manera insólita, directrices surgidas desde oficinas clave en Palacio, o en el Senado, en particular la del líder parlamentario de Morena, Ricardo Monreal , buscan hoy poner a Mancera bajo resguardo. Ello solo se puede explicar a partir de pactos políticos, en algunos casos, o de historias de negocios —inmobiliarios, por ejemplo—, en otros.

Está en expedientes también que los gobiernos Mancera y Peña Nieto se tomaron ¡ocho meses! en recibir las obras de la línea 12, que ambos financiaron. La aceptaron hasta julio de 2013. Es posible que se haya tratado del proyecto de infraestructura más auditado en la historia . Pero en marzo de 2014 se suspendió el servicio en las 11 estaciones de mayor impacto social, hasta noviembre de 2015, cuando se reactivaron sin ninguna adecuación estructural.

Gobernaba Mancera en septiembre de 2017 cuando un terremoto golpeó la metrópoli, incluida la línea 12, entonces bajo la dirección de Jorge Gaviño , quien aseguró que no existía problema con esta obra, pese a que el hundimiento del piso y las fracturas en los puentes eran advertidos a simple vista. Expertos consultados por este espacio aseguraron que el manual de operaciones de la línea 12 dispone obras de reforzamiento en casos de sismos mayores, que hasta donde se conoce no fueron realizadas.