Unas semanas antes de las elecciones intermedias de 2015, con las que Morena se estrenó como partido, su dirigente Andrés Manuel López Obrador se reunió con el entonces jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, en busca de un acuerdo que suponía una alternancia armoniosa del poder en la ciudad y quizá un futuro sin sobresaltos para el gobernante.

El tabasqueño ofreció evitar activismo en la ciudad, y pidió a Mancera no contaminar con recursos públicos ni maniobras el proceso electoral.

De acuerdo con fuentes cercanas a ambos actores, el gobierno Mancera se desbordó en operativos contra candidatos de Morena. Se le atribuyó a su secretario de Gobierno, Héctor Serrano, haber convencido a su jefe mediante encuestas que les pronosticaban un triunfo contundente. Pero la noche de las elecciones se develó un desastre para el PRD, en todo el país.

Esa noche de festejo colaboradores cercanos a López Obrador encontraron que éste ya no aludía al “doctor Mancera”, como lo llamaba; desde entonces se refirió a él como “Mancerita”.

Ambos volvieron a conversar de frente a una nueva correlación de fuerzas. López Obrador advirtió que no aceptaría a Serrano como interlocutor. Al cumplirse un mes de las votaciones, Mancera disimuló un derrocamiento de su hombre fuerte, puso a Patricia Mercado al frente de la Secretaría de Gobierno, mientras aquél parecía haber sido degradado con el nuevo cargo de secretario de Movilidad, desde donde, sin embargo, conservó importantes dosis de influencia.

En busca de fortalecerse, Mancera se arrojó en brazos de Miguel Ángel Osorio Chong, entonces secretario de

Gobernación en la administración Peña Nieto, y colocó al PRD en una forzada coalición electoral con el PAN para la elección presidencial del 2018.

Pese a esos apremios, su equipo en la jefatura de Gobierno nunca dejó de experimentar una borrachera de poder en la que, de acuerdo con múltiples testimonios, destacó Luis Serna, secretario particular. Su principal mérito era que, junto a su hermano, Julio César, habían sido comparsas de parrandas y futbol callejero de su entonces jefe.

En días recientes reportes de la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad agregaron novedades sobre maniobras de ese equipo en el que la inteligencia nunca abundó, pero sobró la frivolidad.

Quedó ya al descubierto una operación de espionaje, así como millonarios consumos por parte de Luis Serna mediante tarjetas de crédito pagadas por el proveedor favorito del gobierno local, el Grupo Kosmo, de la familia Landmanas. Y apenas un atisbo a sus propiedades, al tráfico con inmuebles intestados y a reportes de la Unidad de Inteligencia Financiera, que sin duda estarán disponibles para cuando en la cadena de los escándalos anticorrupción llegue el turno a Mancera y sus colaboradores.

Apuntes:

El mensaje del presidente López Obrador a la asamblea de la ONU (https://www.youtube.com/watch?v=TdDJ9atwfqg) da cuenta de cómo está el mundo que acompañó el 75 aniversario de la organización. Más de 170 mandatarios enviaron sus discursos videograbados, transmitidos ante una sala vacía. Sin excepción, se trató de pronunciamientos pensados en destinatarios domésticos, afectados por la covid y sus múltiples impactos. Es de suponerse que el equipo de la misión mexicana ante Naciones Unidas, que encabeza Juan Ramón de la Fuente, y la cancillería, encomendada a Marcelo Ebrard, propusieron contenidos sobre el desafío global que supone la vacuna contra el virus, o la presencia de México en el Consejo de Seguridad, pero esos temas quedaron para mejor ocasión. Así andan las cosas.

rockroberto@gmail.com

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