Tramo a tramo de su dilatada carrera política, el presidente López Obrador ha tenido en su entorno inmediato una mujer de enorme influencia, sea desde su ámbito familiar, sea en la esfera política. En este último caso, se ha esmerado en impulsar a sus aliadas hacia espacios propios para ponerles sobre los hombros al menos parte de una herencia. Por un motivo o por otro, ha fracasado en la aventura.

A la memoria de los 11 periodistas asesinados este año -dos, solo ayer. ¿Quién debe frenar esta carnicería?

Quien estudie la relación entre el político tabasqueño y la actual jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum , no entenderá sus altibajos sin conocer la biografía de aquél y los episodios vividos con otras protagonistas, entre ellas Amalia García y Rosario Robles.

Sería prolijo documentar la presencia de mujeres con gran ascendencia en la vida personal del Presidente, iniciando con su madre, doña Manuela Obrador González; su primera esposa, Rocío Beltrán, y su actual cónyuge, Beatriz Gutiérrez Müller. Ellas han ejercido la capacidad clara lo mismo de apaciguar los ánimos de López Obrador que de exaltarlos, según se ha documentado largamente.

En noviembre de 1991, tras elecciones turbulentas en Tabasco que catapultaron protestas callejeras, el actual mandatario saltó a la mirada nacional al encabezar el llamado “Éxodo por la democracia”. Cercanos desde esa fecha han compartido haber atestiguado la escena de su esposa Rocío diciéndole: “Andrés, sácalos a otro lugar, o aquí habrá muertos”. Luego él bautizó aquello como “éxodo”, en obvia evocación bíblica.

López Obrador fue presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) entre 1996 y 1999, por invitación de Cuauhtémoc Cárdenas, que en 1997 ganaría la primera elección en la historia para jefe de gobierno. Rumbo a sucederlo, el tabasqueño construyó su propio relevo —breve intervalo de por medio desempeñado por Pablo Gómez— con Amalia García (1999-2002). Se trataba de un personaje impecable: Militante comunista pese a que su padre priista gobernó Zacatecas; forjadora de tres partidos sucesivos de izquierda; senadora, asambleísta capitalina e impulsora de la reforma misma en la ciudad. Desde el PRD ambos dieron mil batallas, enfrentados al gobierno de Ernesto Zedillo. García Medina sería luego gobernadora del propio Zacatecas. Pero algo se rompió entre ellos por el camino. Ahora es diputada federal por tercera vez, vía Movimiento Ciudadano.

Al relevo de Amalia en el partido entró la nueva aliada imbatible (brevemente) de López Obrador . Con ella recorrió el país para implantar al PRD desde las llamadas “Brigadas del sol”, pueblo por pueblo. Ella sería secretaria de Gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas y sustituta de éste. Según su libro “Con todo el corazón”, desde el gobierno capitalino promovió la candidatura de López Obrador para la ciudad. Ya al frente del PRD (2002-2003), fue sacrificada por las corrientes internas y por su apego hacia el empresario argentino Carlos Ahumada, que derivó en los videoescándalos de 2004 y su inicialmente discreta cercanía con Enrique Peña Nieto. Una trama de novela política que ahora la tiene en prisión.

Apuntes: ¿Qué fantasmas vio el secretario de Salud, Jorge Alcocer, para “purgar” a la UNAM —representada por su rector, el doctor Enrique Graue— de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, una de nuestras catedrales de la medicina? Se aproxima la sucesión de su actual director, el reconocido doctor David Kersenobich. Se trata de una descortesía de Alcocer Varela que dañará el prestigio de esa institución que albergó por años su labor investigadora. Se prevé que a la Junta ingrese Arturo Reyes Sandoval, director del IPN, entidad subordinada al gobierno.

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