Anthony Blinken,

ligado por más de 20 años a Joe Biden —virtual presidente electo de Estados Unidos—, será jefe del Departamento de Estado y por tanto, el principal operador de las relaciones de la Casa Blanca con el mundo. Blinken y otros integrantes del próximo equipo de la Casa Blanca no representan buenas noticias para la administración del presidente López Obrador.

El gobierno mexicano comienza a confirmar sus inquietudes sobre lo que nos traerá la era Biden, que se anticipa incómoda sobre cómo han marchado diversos capítulos de la agenda binacional, desdeñados durante la gestión de Donald Trump.

Consultados por este espacio, expertos de ambas naciones previeron que la llegada de Biden traerá a la administración López Obrador tensión por temas laborales y más proteccionismo comercial, así como críticas por el bloqueo a empresas norteamericanas, abandono de energías limpias, crimen organizado, flujos no controlados de migrantes y debilitamiento de libertades ciudadanas. En el ámbito político, en plenos tiempos de la 4T, desde la nación vecina resurgirá el debate contra el “presidencialismo disfuncional” latinoamericano que ya dominaba las posturas demócratas desde el gobierno Obama.

Resultará un enorme desafío para Palacio Nacional diseñar una estrategia eficaz que imponga respeto mutuo, aproveche oportunidades (como la ofrecida regulación en la venta de armamentos) y tenga en cuenta que, en plena crisis sanitaria y económica, el país depende profundamente de las decisiones que tome su principal socio en el TMEC.

Hoy se sigue con lupa la integración del gabinete Biden, especialmente en múltiples áreas clave, lo que incluirá el eventual relevo del embajador norteamericano Christopher Landau, considerado fiel reflejo de la displicencia que caracterizó estos cuatro años el vínculo con Washington.

Blinken, de 58 años, es un veterano de la diplomacia y las áreas de seguridad nacional (aunque a su paso por Harvard hizo pininos como periodista en The New Republic, una revista de izquierdas). Él regresará a su país a las grandes ligas en organismos multilaterales como la ONU, la OCDE y los foros de protección al medio ambiente.

Están por asignarse posiciones relevantes en el Departamento de Estado, como la Subsecretaría para el Hemisferio Occidental, que atiende a México y al resto de América Latina. Se prevé el arribo de diplomáticos como Juan González o Dan Erikson, formados desde la época Clinton por reconocidos extitulares como Arturo Valenzuela y Roberta Jacobson, embajadora en México entre 2016 y 2018.

Una buena noticia sería la designación del californiano de origen mexicano Javier Becerra como fiscal general, pero también se proyecta para el cargo Sallie Yates, una de las víctimas iniciales de los excesos de Trump.

Esta nueva relación será, nuevamente, un modelo para armar. Y los errores traerán al país fuertes dolores de cabeza.

APUNTES: El Diario Oficial de la Federación publicó ayer un acuerdo del secretario de Salud, Jorge Alcocer, que suprime las cuotas de recuperación que se cobraban a los pacientes en la red hospitalaria federal, incluso la de alta especialidad. La buena noticia, que se dirá nos acerca al modelo escandinavo como lo ofreció el presidente López Obrador, debe tomarse con reserva. Se agudizará la penuria en la que viven estos hospitales, a los que antes se les cancelaron los pagos que efectuaba el Seguro Popular, lo que se buscó compensar con un ligero aumento en su presupuesto y una parca entrega de medicamentos y materiales. El resultado está siendo el despido de médicos y enfermeras, menor capacidad y calidad en la atención. En suma, más muertes de pacientes que no tienen acceso a otros sistemas de salud.


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