La aprehensión del General Cienfuegos, en Los Estados Unidos, quedara escrita en la memoria de la picaresca política; no tiene desperdicio, la narrativa se desarrolla en un ambiente y atmosfera irreal, cargada de misterio y de suspenso. La ficción supera a la realidad; surrealismo puro, André Bretón complacido.

La tramoya bien montada, listo el teatro para el espectáculo, el anuncio impactante; el momento propicio al clima electoral de los Estados Unidos. El Fiscal General de ese país y sus jueces dictan orden de aprehensión para el General Cienfuegos por delitos de narcotráfico. Un Ex-Secretario de la Defensa Nacional de México, un país amigo y vecino. Sin duda, un hecho trascendente y de importancia política, nacional e internacional. El acto exhibe a nuestro país como corrupto ligado al narcotráfico.

El Presidente López Obrador no estaba enterado, aún cuando las pesquisas se habían iniciado desde el mes de agosto, según informó el embajador Landeau. Sin duda, una falla de la inteligencia mexicana, tanto de la Presidencia, como de la Secretaria de la Defensa Nacional. En voz del Presidente, en su mañanera, expresó no haber estado enterado del hecho y, comento que ocho días antes del suceso, la Embajadora Alicia Bárcenas le hizo saber de la existencia de rumores de este posible acontecimiento; también utilizó el momento y la noticia para hacer hincapié y, una vez más, exhibir al pasado pecaminoso de los gobiernos neoliberales y anunció una limpia en la Secretaría de la Defensa Nacional.

Los dichos se confirmaron. La noticia aturdió a las buenas conciencias mexicanas, confusión e incertidumbre. En el momento, no se tuvo idea de la proporción y dimensión del asunto.

El tiempo corre, el juicio sigue su curso, los medios se ocupan del asunto, la figura del General es el centro, todos atentos al desenlace. De pronto, ¡Oh! sorpresa el Fiscal General norteamericano y sus Jueces se desisten de los cargos y se exonera al acusado. Se argumenta condición política y buena vecindad; lo político por encima de la ley y la vecindad por encima de la justicia; flaco favor al Sistema jurídico de nuestro vecino. Entregan al General a la Fiscalía de México. Cuidado, ahora el Presidente y el Fiscal de nuestro país, tienen toda la responsabilidad y están en un callejón muy estrecho y casi sin salida. “Al tiempo”.

El hecho de marras es grave y con delicadas consecuencias: se violó la soberanía de México, se desprestigio al Ejército Mexicano, se exhibió al país como corrupto y, lo más delicado, al gobierno ligado al narco; se violentaron elementales normas de cortesía diplomática, se olvidaron principios éticos y se fracturo la relación entre grupos policiales encargados de combatir al narcotráfico.

Estamos ante en una especie de mundo mágico, donde no se percibe con exactitud el mundo real y la frontera de la ficción; un mundo de especulación y conjeturas, parecido al de Comala, que magistralmente recreó Juan Rulfo en su Pedro Paramo.

En realidad, hace falta una explicación creíble y convincente de este lamentable episodio que ha provocado desencuentro y malestar. Sólo el tiempo hará que florezca la verdad.

México es un país soberano, bien haría el Presidente, ordenar a su Canciller para que con toda delicadeza diplomática, pida al Presidente Trump, antes de que deje la Casa Blanca, una disculpa a México por este bochornoso acto.

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