Por Daniela Aguirre Guerrero
En México, la brecha digital sigue definiendo quién accede al conocimiento y quién queda al margen. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2024, el 73.6 % de los hogares cuenta con conexión a internet, mientras que el 83.1 % de la población de seis años o más —alrededor de 100.2 millones de personas— utiliza esta tecnología en su vida cotidiana. Sin embargo, la distribución es desigual. Mientras la Ciudad de México y Sonora alcanzan los porcentajes más altos de conectividad (84.4 %), estados como Chiapas (50.7 %), Oaxaca (55.5 %) y Guerrero (58.9 %) permanecen entre los más rezagados.
En este contexto, el papel social de las universidades públicas adquiere especial relevancia, principalmente en el desarrollo de tecnologías creadas con y para las comunidades. Un ejemplo destacado es la IntraNet Comunitaria, un proyecto desarrollo tecnológico que surgió hace 15 años en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa (UAM-I), y que tiene como objetivo conectar a comunidades donde las grandes corporaciones de telecomunicaciones no invierten porque no les resulta rentable.
A diferencia de otras soluciones tecnológicas nacidas en la academia, la IntraNet Comunitaria UAM-I no depende de servidores o infraestructura centralizada de la universidad. Se trata de una red local autónoma que funciona con hardware accesible y software libre configurado en cada sitio. Esto permite que la intranet opere aun sin conexión a internet y que pueda instalarse en cualquier territorio. En cada comunidad, el equipo de la UAM-I trabaja con jóvenes y liderazgos locales para capacitarlos en la instalación, configuración y mantenimiento de la red, de modo que su operación quede en manos de la propia comunidad y no de la universidad. Gracias a este diseño modular y a una metodología educativa participativa, la IntraNet Comunitaria puede replicarse y adaptarse a distintos contextos sin depender de proveedores privados ni de infraestructura externa.
El proyecto ha recibido financiamiento de la UAM y de fondos externos, como la subvención FRIDA de LACNIC (Registro de Direcciones de Internet para América Latina y el Caribe), que promueve la inclusión digital en América Latina, y el premio “Internet For All” de la IEEE (Institute of Electrical and Electronics Engineers), que apoya iniciativas de acceso a Internet en comunidades desfavorecidas. Además, cuenta con el respaldo logístico de organizaciones civiles como Redes A.C., Surco, ACOFOP y TINTA, dedicadas al desarrollo comunitario y a la tecnología social. Gracias a esta combinación de financiamiento, alianzas y trabajo universitario, la IntraNet Comunitaria UAM-I se mantiene activa y ha llegado a comunidades como la Sierra Wixárika, Tlahuitoltepec y Yaviche en Oaxaca; Chimalhuacán y el Cerro de la Estrella en Iztapalapa; y localidades del Petén en Guatemala.
Poner en marcha y sostener proyectos de este tipo implica desafíos significativos para las universidades públicas. Requiere combinar perspectivas de distintas disciplinas —desde la sociología y la educación hasta la ecología y la ingeniería—, organizar equipos y comunidades, asegurar recursos financieros y materiales, y adaptarse a contextos geográficos y sociales diversos. Estos retos reflejan que la misión social de las universidades públicas demanda una mirada interdisciplinaria y un compromiso sostenido de trabajar junto con las comunidades para co-crear soluciones que respondan realmente a sus necesidades. Al final, el impacto no debe ser sólo tecnológico, sino también social: la brecha digital puede comenzar a cerrarse a través de proyectos que combinan conocimiento académico, apropiación social de la tecnología y colaboración horizontal.
Integrante de la RIIE-UAM
daguirre@cua.uam.mx

