Félix Salgado Macedonio ya avisó que hará justicia contra el INE desde su cargo de senador de la república: tratará de desaparecerlo. Sin embargo, él igual que muchos que están a su rededor, confunden justicia con venganza… o sea ajuste de cuentas personales.

La justicia es de alcance colectivo, pero la venganza siempre lleva nombre y apellido de un destinatario.

Entre la justicia y la venganza está la ley… la ley pura y simple y no los discursos demagógicos justicieros.

Si hubiese justicia en México, Salgado Macedonio se haría acreedor al mismo procedimiento legislativo que el diputado Saúl Huerta y sería sometido a un proceso de desafuero para dejarlo en manos de las autoridades hasta que se desahogue la denuncia judicial que por violación presentaron Basilia Castañeda y una mujer cuyas iniciales son JDC.

Morena ha ignorado las denuncias judiciales de las víctimas de violación de Salgado Macedonio y lo ha arropado al grado de permitirle imponer a su hija como candidata a la gubernatura del Estado de Guerrero y Mario Delgado, el presidente del partido, ha estado con él codo con codo amenazando al INE de modo bravucón, haciendo el vergonzoso papel de quien repite las amenazas de Salgado Macedonio en templetes arrabaleros, pretendiendo lograr con intimidaciones lo que no han podido sustentar jurídicamente.

Sin embargo, en el caso de Saúl Huerta la actitud del partido ha sido muy diferente.

Evidentemente el diputado Huerta debe ser castigado con todo el rigor de la ley que merece su abominable delito sexual si se le comprueba. Sin embargo, la rapidez con que se solicitó el desafuero y la difusión mediática de su expulsión de la bancada de Morena lleva un mensaje, que puede ser interpretado como la entrega de un presunto culpable para que sea sacrificado mediáticamente y así aplacar la ira pública despertada por este imperdonable caso y de este modo desactivar su posible impacto electoral para este partido.

La diferencia en la respuesta partidista para ambos casos ¿Será misoginia?...

El abuso contra una mujer parece ser considerado en Morena un “pecadillo menor”, frente al abuso de un varón. En contraste, a Saúl Huerta casi lo entregó Morena al circo romano. Por tanto: ¿Será que hay militantes de primera clase y otros de segunda?

Lo que vemos hoy no es la moralización del país, pues el criterio de una persona es lo que ha estado definiendo los parámetros para la aplicación de esta justicia populachera y esto responde a su personal visión emotiva.

El criterio personal de nadie puede sustituir a todo un legado jurídico contenido en nuestra Constitución y menos aún, pretender que la carta magna sea modificada para que se ajuste a sus planes y proyectos.

Los indicadores nos muestran que este será un sexenio de ajuste de cuentas, no de moralización de la política y esto es muy grave. Por un lado, las carpetas de investigación avanzan con lentitud exasperante en la justicia cotidiana, la que reciben los “ciudadanos de a pie”, excepto cuando el dedo justiciero señala a alguien en lo específico y de un día para otro se mueve a gran velocidad la otrora maquinaria pesada e ineficiente y de inmediato las instituciones de procuración de justicia salen a pescar indicios sobre la trayectoria de alguien, esperando encontrar información reveladora que permita el ajuste de cuentas maquillado como justicia.

El hecho de que exista un delito que merece castigo no significa que lo que se aplique forzosamente deba calificarse como justicia. Si no se aplica dentro de los procedimientos jurídicos que garanticen la equidad, seguramente se estará aplicando venganza.

Corrigiendo al líder de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, quien definió que la “ley es conservadora y la justicia es revolucionaria”, podríamos concluir que en el mundo de la 4T, la ley es conservadora y la VENGANZA… ¡REVOLUCIONARIA!.

¿A usted qué le parece?


Presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación.
@homsricardo