“There is no way to educate or inform people who, when in doubt, will make stuff up.” —T. Nichols

Quiero celebrar, entiendo que tenemos que celebrar, Internet nos ha dado un superpoder a la mayoría -37 de cada 100 personas no han probado este superpoder (ITU, nov. 2021)-. El Día Mundial de Internet se celebró por primera vez el 25 de octubre de 2005; poco después la ONU decretó el 17 de mayo como Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, trasladando el Día Mundial de Internet a dicha fecha.

Con esto, el derecho de acceso a internet es reconocido como un derecho humano fundamental de las personas, vinculado a la libertad de expresión. El derecho para utilizar tecnología y acceder a un canal de comunicación de dos vías, para dar y recibir, para interactuar, para generar debate, conocimiento y acuerdos. Cada vez más veloz y portátil; con una velocidad en tiempo real tal que su sentido asíncrono es, en cada vez más momentos, olvidado.

En los dos últimos años hemos, tal vez, abusado un poco más de lo que debíamos de su existencia. Cubiertos bajo la manta de una pandemia, hemos visto su uso para cosas extraordinarias y también su mal uso. Por un lado la creación, distribución e inoculación de vacunas, así como la socialización de medidas de precaución, básicas pero importantes. Por el otro hubo videollamadas que debieron de ser un mensaje y mensajes que debieron de haber sido reuniones de catarsis por la pérdida de alguien cercano o un evento importante en la historia de una comunidad altamente nuclear, una familia por ejemplo.

Gracias a Internet y las múltiples plataformas a las que hoy tenemos acceso de forma sencilla, como sociedad mantuvimos la economía activa. Entre las facturas que habrá que revisar estará la de las escuelas cerradas en México. Aunque Internet nos permitió el acceso a la información, la educación básica es social y no está ligada a la capacidad para autoeducarse o concentrarse en una mañana de videollamadas.

Celebro la existencia de Internet cada amanecer, agradezco su existencia cada atardecer y aprovechó su tasa de transferencia cada noche al ver una serie en streaming. Este día debe de ser recordado, pero también debemos de ponernos un poco el sombrero crítico para preguntarnos ¿cómo podemos mejorarlo? La autocomplacencia y el tener este superpoder es lindo, pero es importante ver cómo aprovechamos toda esta maquinaria tecnológica y control sobre el tiempo/espacio para atajar la siguiente pandemia, la próxima catástrofe medioambiental o conflicto internacional de la mejor forma.

No lograremos vencer el #ruidoblanco de las noticias con conductores que buscan cautivar audiencias o creadores que incrementan su número de seguidores. Los temas de alto impacto requieren a verdaderos expertos que estén abiertos a conversar, a detallar lo positivo y negativo de sus hipótesis, acordar que hay otros puntos de vistas y todo esto en espacios donde el diálogo para el aprendizaje y el pensamiento crítico estén por encima de los tiempos de transmisión o cantidad de reproducciones.

Necesitamos seguir adaptando nuestros poderes de transformación del medioambiente atentos y críticos al volumen de poderes que vamos aumentando y su impacto en nuestro entorno. Nuestro sentido de validación por la mayoría en ningún momento implica control sobre los factores de impacto que tienen nuestras acciones o inacciones.

¡Felicidades Internet! Sigamos fortaleciendo tu capacidad bidireccional pensando en el diálogo formativo, el pensamiento crítico y el desarrollo comunitario.

Nota: La opinión de Ricardo Blanco es personal y no refleja la del medio ni la de la empresa para la que trabaja.

ricardo [at] mrwhite.world

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