Ya casi acaba otro año extraño…

Como acto reflejo, todos los años me gusta voltear hacia atrás, ver qué ha ocurrido a través de las películas y series que se han estrenado.

Son una especie de bitácora de lo que pasa más adentro, un pulsímetro de lo que ocurre en el mundo y en nosotros mismos.

Este 2021 fue fácil encontrar un nexo común en la mayoría de los contenidos que han logrado un éxito de público y de crítica. Hay una respuesta cultural a un sistema que parece agotado y del que, por fin a través del contenido mainstream, empezamos a quejarnos.

Empecemos por The White Lotus (HBO), un hotel de mega lujo en Hawái acoge a un grupo de turistas blancos privilegiados que no saldrán de allí siendo los mismos.

Una serie que destila un delicioso cinismo, una ironía que sin duda habla del ocaso de nuestras estructuras sociales; de lo ciegos que estamos a la hora de priorizar nuestros valores.

Es una denuncia sin contemplaciones, a través de la carcajada nos lanza un aviso de que los viejos pilares ya no funcionan. De que, en este año que termina, debemos mirar el mundo de otro modo. Y eso que nos hemos tardado.

Otro es el caso de Nine Perfect Strangers (Amazon Prime Video); una fórmula similar a The White Lotus, con un mensaje muy parecido: conectar con el mundo desde otro ángulo, pues el sistema ya no ofrece paliativos suficientes para aislarse del dolor. Toca regresar a lo espiritual como nuestra única salida, la iluminación propia en pos de una posterior iluminación colectiva.

Por último, Eternals: un grupo de superhéroes que han protegido a la humanidad desde sus orígenes se enfrenta a una amenaza que podría exterminar a la raza humana.

Cabe destacar que esa amenaza no es un malvado villano, sino que viene motivada por el extasiado crecimiento poblacional y, por la incapacidad del ser humano de comprenderse como una sola especie. ¿Les suena familiar? A mi sí.

Además, la película nos recuerda en repetidas ocasiones, cómo las estructuras perpetuadas durante años, construidas en función del ego y la razón (sin importar la civilización ni el momento histórico), nos han hecho enfrentarnos unos a otros en lugar de aprender a convivir en armonía con los demás y con nuestro entorno.

La apuesta de Chloé Zhao por la inclusión en esta pieza está de sobra justificada. Apreciamos en pantalla a personajes asiáticos, sordomudos, latinos, indios, de la comunidad LGBTQ, detalles que hacen a la película muy distintiva.

Los Eternals son tan diversos como lo son las distintas culturas y personas que habitan la Tierra.

¿No es esto un llamado a que nos encontremos en nuestras diferencias, a que dejemos de una vez por todas de señalar el color de piel y empecemos a mirar hacia adelante como hijos del mismo planeta?

Pueden parecer simples series o películas, pero son mucho más que eso. Los discursos narrativos tienen más en común con las protestas sociales que piden cambios políticos, económicos y ecológicos, más de lo que pueda parecer a simple vista. Es un estallido paralelo, a través de un lenguaje más empático y fácil de digerir que una marcha, pero no menos poderoso.

El cine, con los millones de espectadores que avalan el mensaje, está registrando que hay conductas que ya no pueden ser repetidas, afirmando que algunos sistemas ya no dan para más.

El cine es un reflejo de lo que somos como sociedad, un vehículo que nos permite reflejar la luz y la oscuridad que llevamos dentro.

En ese sentido, el 2021 ha dado para mucho. Y ojalá no se quede sólo en una glamurosa proyección del ser humano en la pantalla grande y se transforme en aquello que podemos llegar a ser pero que tanto miedo nos ha dado abordar desde nuestra conciencia.

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