Reflexionando sobre la evolución de la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 habría que recordar las palabras de Winston Churchill después de la segunda batalla de El Alamein, suceso que ha sido considerado el punto de inflexión de la guerra mundial en el norte de África y en Europa. Dijo Churchill: “Este no es el final. No es ni siquiera el principio del final. Pero es, tal vez, el final del principio”.

La pandemia, en la que aún estamos sumergidos hasta el cuello, comenzó alrededor de enero de 2020, como fenómeno ya no solo circunscrito a China. El resultado fue una especie de parálisis mundial durante meses. Mandó a millones de personas a tener que trabajar y estudiar desde sus hogares. Pero mientras en Europa se advertía que sin una vacuna la epidemia podría durar varios años, gobiernos autoritarios se dedicaron a minimizar el alcance y efectos de la plaga. En México se vivieron dos peligrosas olas de contagios, aunque en abril el subsecretario de Salud había anunciado el fin de la epidemia para junio. No fue así, y en 2020 murieron 308 mil compatriotas por el Covid y sus daños colaterales, como muestran las tablas de exceso de mortalidad del INEGI. En 2020 el mundo perdió la inocencia y lo que hasta entonces solo ocurría en películas de ciencia ficción se materializó como triste realidad.

Recibimos 2021 con la segunda ola de contagios todavía activa, pero con la esperanza de que las vacunas desarrolladas en un tiempo récord podrían romper las cadenas de infección. En todo el mundo se han aplicado ya miles de millones de vacunas. Países como Singapur reportan que 95% de la población elegible ya ha sido vacunada. En Portugal y Chile los porcentajes son de 89% y 87%, respectivamente. Y, efectivamente, los contagios comenzaron a caer, hasta alcanzar un mínimo hacia el comienzo del verano. Fue entonces que la variante Delta del virus SARS-CoV-2 comenzó a extenderse por más países. Es una mutación dos veces más contagiosa que el virus original, lo que provocó una tercera ola de Covid durante 2021 y es ésta la variante detrás del actual ascenso vertiginoso de los contagios en los países con un invierno riguroso. Podríamos llamar a 2021 el año de la gran desilusión, ya que se puso de manifiesto que una o dos aplicaciones de la vacuna no podrá acabar con la epidemia. En diciembre, al menos otros 350 mil mexicanos adicionales habrán muerto por Covid durante 2021.

Increíblemente, en países con alta disponibilidad de la vacuna un preocupante porcentaje de la población se resiste a ser inoculado. La epidemia es ahora principalmente mantenida por los no vacunados, quienes, sin embargo, han convertido al resto de la población en sus rehenes, especialmente a los niños.

Aun así, el discurso autoritario no ha cambiado durante los dos años. Según los datos oficiales de contagios de países como Venezuela, Nicaragua, Kazakstán, y varios más del mismo corte, pareciera que ahí casi nadie se enferma. Hasta ahora, Corea del Norte no ha proporcionado cifras y aseguraron, durante meses, que nadie se ha contagiado. No sólo eso, entre julio y septiembre de 2021 el gobierno norcoreano se dio el lujo de rechazar envíos de vacunas que las Naciones Unidas les había asignado. Con 27 millones de habitantes, Venezuela reporta hasta ahora solo 5 mil decesos por Covid.

Comenzaremos 2022 atravesando por la cuarta o quinta ola del Covid, según el país de que se trate. Al comienzo de las campañas de vacunación se especulaba aún con la cantidad de meses que podría extenderse la protección inmunológica brindada por las vacunas. Se hablaba de uno o dos años. Ahora sabemos que se requiere un refuerzo (“booster”) después de seis meses, por lo menos para la población arriba de los 60 años de edad y para las personas con sistema inmunológico comprometido por otras enfermedades. En Estados Unidos se acaba de aprobar la vacuna refuerzo para toda la población adulta. En Israel se determinó, basados en los datos de millones de personas vacunadas, que la tercera vacuna disminuye 15.7 veces la probabilidad de terminar en el hospital y cinco veces la probabilidad de morir (aun teniendo ya dos vacunas).

Se podría decir también que 2021 fue el año de la ruptura de la solidaridad generacional. En Estados Unidos, por ejemplo, la probabilidad de morir por Covid es de sólo 33% de la probabilidad de morir en el tráfico, para personas menores a los 40 años. Eso sin la vacuna. Con la doble vacuna la probabilidad baja a 3% de la probabilidad de morir en el tráfico. No es casual entonces que precisamente entre las personas más jóvenes la reticencia a vacunarse sea mayor. No consideran que, al no abatirse las cadenas de contagio, las personas con mayor riesgo serán siendo sometidas a oleadas periódicas de infecciones, lo que impide levantar completamente las restricciones de movilidad y contacto social para todos.

La situación a la que nos enfrentamos en 2022 es por eso todavía incierta. En países como Austria se preparan decretos para hacer obligatoria la vacuna contra el Covid. En Alemania ya es obligatorio presentar el certificado de vacunación en el centro de trabajo. En caso de no estar vacunado hay que someterse a una prueba del Covid todos los días. A pesar de todos esos problemas, en Europa el número de decesos por Covid, medido por millón de habitantes, es aún mucho más bajo que en Estados Unidos o en México. En Estados Unidos el número de fallecidos durante la epidemia es dos veces mayor, por millón de habitantes, que en Alemania. México tiene cuatro veces más fallecidos, por millón de habitantes, que Alemania y dos veces más que Estados Unidos.

¿Cómo se puede entonces hablar de “meta cumplida” cuando México sólo ha vacunado dos veces al 50% de la población? Apenas se comenzó a vacunar a los menores de 15 a 17 años y de la tercera vacuna, para la población con más riesgo, ni se habla. Los costos que implica un sistema de vacunación, que aparentemente va a resultar permanente, ni siquiera se han apropiado en el presupuesto.

Hay que recordar además que en México el nivel de contagios ha sido muy alto. Hasta diciembre de 2020, ya 32% de la población se había contagiado, como determinó el IMSS en base a pruebas de sangre. Hasta diciembre de 2021 probablemente 70% de la población ya habrá tenido contacto con el virus (la mayor parte ni cuenta se da). Esto, que en marzo de 2021 el subsecretario de Salud consideraba una gran ventaja, por la inmunidad temporal que el contagio confiere, es un gran lastre para el futuro. Investigadores han calculado que del 2% al 6% de los contagiados por Covid desarrollarán problemas pulmonares crónicos. En los hospitales, hasta el 30% de los pacientes han mostrado tener problemas cognitivos, una especie de “niebla cerebral” debida quizás a microinfartos. Si las estadísticas de Estados Unidos se aplican a México, alrededor de 3 millones de personas van a tener problemas neurológicos de largo plazo y otros millones más fibrosis pulmonar. Aún no salimos de la epidemia, pero ya tenemos la siguiente en casa, la epidemia del “Covid largo”, es decir, los millones de personas que van a requerir asistencia médica casi permanente, lo que para los pobres en México no va a ocurrir. Morirán en silencio, en sus casas.

Pero ya vivimos en la era de la “meta cumplida”. ¿Cuántas veces en 2020 no se anunció el fin de la epidemia en México, la “luz al final del túnel”, el regreso a la normalidad?, ¿cuántas veces no se han felicitado nuestros gobernantes de lo bien que gobiernan y de la manera excelente que han manejado la epidemia, la que hasta diciembre de 2021 habrá dejado 650 mil fallecidos en nuestro país?, ¿cuántas veces no se dijo que México le daba un ejemplo al mundo? Esos gobernantes mienten. Viven para el hoy de la mañanera en curso, para el instante de los reflectores. A ver qué pasa el día siguiente. A ver qué se nos ocurre. Lo importante es que el show pueda continuar.

Lo que sucede en México es como si Churchill, después de la batalla de El Alamein, en lugar de hablarle a sus compatriotas con la verdad, preparándolos para futuras batallas y más sacrificios, se hubiera retratado con un letrerote proclamando “meta cumplida” y hubiera mandado a los soldados a sus casas.

Estamos sólo al final del principio. El 2021 fue un año de inflexión, pero estamos muy lejos de haber ganado la batalla. La tercera vacuna para la población con más riesgo va a ser necesaria, así como vacunar a los menores de edad. Esto no se acaba tan rápido.

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