A raíz de la pandemia, no a todos los giros comerciales les fue mal. Hubo unos que fueron el refugio perfecto para lidiar con el Covid-19, o simplemente para intentar olvidarse de sus devastadores efectos. A tan sólo 45 minutos de la zona metropolitana de Guadalajara se encuentra un local de consumo de bebidas que elevó su popularidad gracias a la alerta sanitaria, pero también a las benditas redes sociales. Me refiero a los famosos Cantaritos El Güero.

Con sus 2 mil 500 sillas, este concurrido restaurante es, desde el año pasado, el centro de consumo de bebidas de alcohol de mayor tránsito de Jalisco. Y cómo resistirse a la receta de la casa: un “cantarito” de cinco litros con mucho limón, rodajas de naranja, agua mineral, refresco de toronja, muchos hielos, un puño de sal y tres litros de tequila. El resultado es una bomba de sodio y una eminente borrachera que prolonga más la estancia en dicha cantina y, por consecuencia, mantiene a la gente consumiendo. En pocas palabras, negocio redondo.

En el kilómetro 49 de la carretera libre a Tequila se encuentra Cantaritos El Güero, que surgió en 1997 y es un concepto de cantina tan exitoso que no se da abasto. De hecho, en ese mismo Municipio de Amatitán, Jalisco, hay cabida para otros giros que también vieron una enorme oportunidad de atender a la creciente afición a los cantaritos. De esta manera destacan también cantinas como Cantaritos Cheché, Los Gallos, Los Jarritos y la famosa cantina Ruta 47.

Esta bebida se sirve en enormes tazones de barro de diferentes medidas: 20, 10 y cinco litros. Hay de todos los tamaños, pero el más demandado es el de 20 litros. Lo mejor de este lugar es el ambiente que se vive: cada determinado tiempo toca un grupo de género de banda, un elemento esencial cuando los cantaritos hacen efecto entre una clientela en su mayoría joven.

Sin sana distancia y mucho menos, sin cubrebocas; así transcurre la velada en este lugar, entre cantaritos, botanas, bailes, conatos de pelea y música de banda. La tertulia es atendida por más de 50 meseros y bartenders que están bien capacitados para lidiar con ejércitos de parranderos que no paran de consumir hasta ver vacío el envase.

En Jalisco estamos en semáforo naranja y eso significa que estos giros comerciales deberán lucir a la mitad de su capacidad, pero lo invito a darse una vuelta un fin de semana, para que usted mismo haga sus propias cuentas y calcule si realmente hay menos de mil 200 consumidores en este legendario y transitado centro de consumo.

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