En noviembre de 2019 escribí en este mismo espacio “resulta dudoso que el PRI pueda ganar alguna gubernatura en 2021. Lo más probable es que pierda incluso aquellas entidades donde hoy encabeza el poder ejecutivo. En contraparte, la dirigencia buscará incrementar su presencia en la Cámara de Diputados para presumir algún éxito.” (http://eluni.mx/uf0joqgbq)

En respuesta a aquel artículo, recibí una cantidad inusitada de reproches. “Tú ves las cosas desde el mirador intelectual”, “tú nunca has hecho campaña, no conoces el territorio”, “las ideas son irrelevantes en campaña, hay que obtener votos”, “no sabes nada, Alito es un gran operador que ha ganado muchas elecciones.” Alejandro Moreno, el supuesto gran operador electoral, perdió todas las gubernaturas en juego el domingo. Todas, no ganó ni en Campeche, su casa. Paradójicamente, quienes me reprocharon, buscaron espacios plurinominales en el PRI o en otros partidos y ninguno se atrevió a competir por el voto de sus conciudadanos, a sabiendas de que sus vecinos no los conocen o no los escogerían. Todavía la semana pasada, los allegados de Moreno lo expusieron al ridículo monumental de un destape presidencial para el que no tiene ninguna credencial. ¿Cómo aspira a ser presidenciable si no ganó en su propio estado?
El electorado volvió a repudiar al PRI, más dramáticamente que en 2018 y el daño es irreparable. Da un poco de lástima cuando afirman “ya dieron por muerto al PRI anteriormente y regresamos.” No es verdad. Al otrora partidazo le quedan más o menos el mismo número de gubernaturas que tuvo en su mejor momento el PRD. De ese tamaño la derrota. Ya no es un partido nacional sino regional y no en las entidades más importantes, con excepción del Estado de México que, todo indica, perderá en 2023.

No comparto el optimismo de analistas nacionales e internacionales sobre la supuesta derrota del oficialismo en el Congreso. No es lo mismo el retroceso de Morena que vencer al obradorismo. El gobierno tendrá a su disposición para sumarle votos a sus iniciativas, las bancadas del PT, el PVEM, ¿quizá MC?, y ya anunció el presidente que tiene en la mira la cooperación legislativa del PRI. Según reportes periodísticos, ambos coordinadores de bancada del PRI, Miguel Ángel Osorio en el Senado y previsiblemente Alejandro Moreno en la Cámara de Diputados tienen temas pendientes con los que el gobierno podría presionarlos para ceder en las iniciativas que le importan. Es preciso que la sociedad exija a las ruinas del PRI que cumplan la alianza legislativa a la que se comprometieron.

Entristece el destino de la militancia del PRI, ésa que todavía no se va, pues muchos se marcharon desde 2018 cuando les impusieron candidatos y dirigencias completamente externas a la institución. Desde siempre, todas y todos los dirigentes nacionales del PRI dijeron que ellos sí involucrarían a la militancia y democratizarían la selección de candidaturas. Nadie lo hizo jamás. Los pusieron a trabajar bajo el sol, los hicieron dar la cara ante sus vecinos por la corrupción de unos jefes que no los recompensaron. En 2018, después de la elección presidencial, las “grandes figuras” del PRI se ocultaron, huyeron del país o de plano se entregaron al nuevo gobierno por no tener un pasado limpio. En 2021, esa militancia volvió a salir inútilmente en sus estados a pedirle a sus vecinos que votara por sus candidatos. Son los últimos priistas, quienes cerrarán la puerta y pondrán el sello de clausura en los comités estatales cuando pierdan el registro. Viendo esos militantes, recuerdo aquellos versos del Cantar del Mío Cid “¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!”

Analista

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