Samantha Power

es una de las autoras más originales de la política internacional contemporánea. Irlandesa de origen, se formó en Estados Unidos y diseñó parte de la política exterior de Obama . Fue su embajadora ante la ONU y en sus memorias (The Education of an Idealist), refiere la estrategia de Obama para enfrentar la epidemia de ébola. El éxito se debió a la cooperación entre China , la ONU, la OMS y una serie de países africanos, encabezados todos por Estados Unidos . Power reflexiona “nuestra capacidad de dirigir en el exterior, dependió de nuestra habilidad para evitar la histeria en el interior.” Inevitable pensar en eso al ver a la Primera Ministra de Nueva Zelanda.

Jacinda Ardern

empezó su carrera como asesora en la oficina de la Primera Ministra neozelandesa Helen Clark en 2001. Consciente de los límites de la política doméstica, Ardern sintió apetito por ampliar su horizonte internacional. Colaboró como asesora de políticas públicas para el Primer Ministro Tony Blair en Londres y en 2008, Jacinda Ardern fue electa Presidenta de la Unión de Juventudes de la Internacional Socialista. Se convirtió en Primera Ministra de su país a los 37 años y ha lidiado exitosamente con un ataque terrorista y una erupción volcánica.

Alastair Campbell, ex vocero de Tony Blair, escribió un artículo rebosante de admiración por la joven líder. “Tienes que dirigir, diseñar y narrar una estrategia, tomar decisiones difíciles… mostrar empatía genuina por las dificultades que tu población enfrenta y asumirlas con ellos. En todos estos terrenos, Ardern obtiene un puntaje altísimo” escribió Campbell.

Su manejo de la pandemia obtuvo notoriedad cuando grabó un video después de dormir a su hija para demostrar que se identificaba con las preocupaciones de sus ciudadanos y dirigirles un mensaje de esperanza. Reforzó su popularidad, más alta que nunca, cuando dirigió un mensaje a los niños informando que las actividades del Conejo de Pascua y el Hada de los Dientes eran consideradas esenciales por el estado neozelandés y no se detendrían con la pandemia. Los críticos dicen “es muy fácil hacer eso en un país minúsculo.” Mentira.

Observe usted el fracaso institucional de casi todos los pequeños países centroamericanos y caribeños para enfrentar el coronavirus.

El Financial Times elogió la prodigiosa memoria de Jacinda Ardern y su coordinación entre todos los ministerios del gobierno a fin de presentar una estrategia unificada contra la pandemia. Ardern ha logrado el confinamiento más temprano y exitoso del mundo, bajísimas tasas de contagio y muerte. Para facilitar el distanciamiento social, creó nuevas ciclo vías. A fin de continuar el ciclo escolar desde casa, creó dos nuevos canales de televisión pública de contenido educativo y está distribuyendo computadoras y conectando a internet numerosos hogares. Reconoce y advierte públicamente los problemas de instrumentación. Está muy atenta a sus compatriotas en el extranjero y se tomó el tiempo de buscar a la enfermera neozelandesa que atendió al Primer Ministro Boris Johnson en Londres.

Ardern tiene sentido del humor. La comediante Melanie Bracewell se hizo rica grabando videos donde imita a Jacinda Ardern. Interrogada sobre el particular, la Primera Ministra de Nueva Zelanda dijo que se divertía con los videos, pero envidiaba la capacidad de maquillarse de la comediante, muy superior a la suya. “Dale duro y dale pronto” es el lema de esta política de la nueva escena internacional. Samantha Power dice en su libro que, obsesionados por ambiciosas transformaciones históricas, nos falta reconocer el inmenso mérito de los políticos que no cambian el mundo, pero logran anticiparse y prevenir desastres. No es poca cosa, como estamos aprendiendo en México.

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