Luis Rubio es uno de los analistas políticos más perspicaces y completos del país, así como uno de los más respetados en el exterior. Este año publicó el libro La nueva disputa sobre el futuro: Ideas viejas para un México moderno. Es una especie de radiografía de lo que va del sexenio del presidente López Obrador y del entorno internacional circundante. En mi concepto, el libro de Rubio es el mejor de todos los que han querido analizar la complejidad del obradorismo y su proyecto de país.

1.- ¿Cómo se distingue y en qué se asemeja este libro a sus obras anteriores, particularmente Fuera máscaras? ¿Ha desechado algunas ideas previas o ha confirmado sus análisis originales sobre el actual gobierno?

Respuesta.

Conocí al hoy presidente cuando era presidente del PRD y luego lo visité decenas de veces cuando fue jefe del gobierno del DF. Su visión no ha cambiado, pero me parece que se ha vuelto una persona mucho más dogmática, menos dispuesta a dialogar y a revisar la manera más efectiva para alcanzar sus objetivos. Desde siempre tenía claro que los problemas de México eran la pobreza y la corrupción, pero ahora parece que se ha olvidado de eso, excepto en la retórica, pues se ha dedicado meramente a concentrar el poder y a descalificar cualquier alternativa a su visión del mundo y de México.

2.- Después de la publicación de la primera edición del libro tuvieron lugar las elecciones intermedias en nuestro país, en su perspectiva ¿qué tanto se ha modificado el panorama político descrito en su obra, si acaso cambió?

Respuesta.

Me parece que las elecciones intermedias confirmaron el diagnóstico que presento en el libro. En lugar de adaptarse a un escenario cambiante, en este caso una derrota en las zonas de clase media en todas las ciudades importantes del país, se ha dedicado a atacar a los votantes. Su respuesta ha sido visceral y no producto de un cálculo político. Un político menos dogmático se podría a analizar la causa de la derrota para desarrollar un plan para recuperarla en anticipación del 2024. No así el presidente López Obrador, que no puede romper con su plan preconcebido.

3.- El título de su libro rinde una suerte de homenaje a la obra clásica La disputa por la nación de Carlos Tello y Rolando Cordera. ¿Cómo explicar que esa disputa se haya reactivado cuando ya parecía zanjada desde hace muchos años?

Respuesta. 

En realidad, desde la crisis financiera -y, agregaría yo, social- de 1994-1995, la disputa retornó. Para el hoy presidente, esa crisis fue definitoria en su concepción de los problemas del país. El vio ahí un error garrafal en la manera en que se habían conducido los asuntos públicos luego de la virtual quiebra del gobierno en 1982. Para el presidente López Obrador, ese fue el momento en que resultó claro que México debía retornar a sus orígenes, al nacionalismo revolucionario. Claramente, la disputa no se había zanjado, lo que anticipa una nueva confrontación hacia el 2024.

4.-Su libro describe ampliamente la coyuntura de la pandemia el año pasado, la conducción que de ella hizo el gobierno mexicano y sus resultados económicos, así como en vidas humanas. ¿Cómo es que esos resultados no han afectado sustancialmente la popularidad presidencial?

Respuesta. 

Este el asunto coyuntural más importante del momento. El presidente López Obrador es un genio de la táctica política y, a pesar del pésimo manejo de la pandemia de su gobierno, logró convertir a la vacunación en un activo político. Es fascinante -y trágico- observar cómo el gobierno federal avanzó con destreza y determinación en el asunto de la vacunación antes de la elección, para casi olvidarse de ella después, lo que demuestra que su objetivo no era el bienestar de la población, sino el triunfo electoral, que por supuesto no tuvo lugar. La popularidad es elevada por dos razones: una, la vacunación y, la otra, el hecho de que se trata del propio presidente. La elección intermedia demostró que la popularidad no se traduce en votos, lo que sugiere que a) la mayoría de los votantes no están dispuesto a avalarlo; b) esos votantes no perciben una opción atractiva en los partidos tradicionales; y c) esa popularidad realmente no nos dice nada de lo que pueda ocurrir en 2024.

5.- Su descripción del entorno internacional del siglo XXI es exhaustiva, pero parecen temas absolutamente fuera del radar de la actual administración. ¿Puede realmente México aislarse del mundo, como parece creer el gobierno, o eventualmente todas esas tendencias nos afectarán?

Respuesta. 

Efectivamente, el gobierno vive en su propia estratósfera, suponiendo que nada de afuera le afecta. Desde luego, esto es imposible, como ilustra la migración que cruza el país y la fundamental trascendencia que tienen las exportaciones como principal motor de nuestra economía. Más importante, viendo hacia adelante, prácticamente no ha habido inversión privada, nacional o extranjera, en el país desde 2016 cuando Trump se convirtió en candidato. Esa ausencia se debe, primero, desde luego, a las amenazas de Trump, pero luego a la llegada de López Obrador. En este mundo interconectado, la inversión no llega por sí misma: hay que buscarla y atraerla a través de la creación de condiciones que le hagan atractivo venir a México, como educación, infraestructura, seguridad y respeto a las reglas del juego. Este gobierno no ha hecho absolutamente nada en estos rubros, máxime que hay una oportunidad inusitada debido al conflicto Estados Unidos-China. Será otra oportunidad desaprovechada. El costo de este gobierno será inmenso.

6.- Usted habla de “un sistema de gobierno disfuncional y contraproducente”, vale decir, de un diseño institucional estructuralmente deficiente y correspondiente con otra época. En líneas generales ¿cómo describiría el sistema de gobierno que México requiere para el siglo XXI?

Respuesta. 

El gobierno mexicano ha sido inadecuado para las circunstancias del siglo XXI desde hace varias décadas; esto no comenzó con el gobierno actual. Se han reformado innumerables sectores y legislaciones, pero la estructura del gobierno mexicano sigue siendo la misma que hace cien años cuando se constituyó el sistema de gobierno actual. En lugar de reformarse a la par con la economía, como ocurrió en naciones tan disímbolas como España, Corea, Chile, Colombia o Taiwán, pero incluyendo a China, México se estancó con un sistema político y de gobierno dedicado a proteger intereses creados que expolian y depredan de manera sistemática. El gobierno actual cambió la retórica, pero no esa realidad.

7.- En éste y libros anteriores usted manifiesta una convicción muy acentuada en torno al poder de los ciudadanos. ¿Sostiene esa convicción a pesar de la embestida del gobierno contra las organizaciones de la sociedad civil?

Respuesta. 

La embestida contra las organizaciones de la sociedad civil es testamento a su trascendencia: se trata de la búsqueda de una sola manera de pensar, actuar y funcionar. El presidente no le reconoce relevancia alguna a la sociedad porque cree ferviente en el monopolio del Estado sobre la sociedad, pero especialmente sobre la manera de pensar. En esto es el gobierno más priista del último medio siglo. Yo no creo en salvadores sexenales: la experiencia ha demostrado que esto no es de liderazgo, sino de una sociedad que decide decir basta. Tendrá que ser la sociedad la que cambie a México. Por eso la ataca el presidente.

8.- ¿Qué pronostica para el escenario político estadounidense el año entrante y cómo repercutirá en México? ¿Conservarán los demócratas su ligera mayoría legislativa o la perderán y podría regresar Donald Trump al poder en 2024?

Respuesta.

El presidente Biden ha hecho algo sumamente extraño en política estadounidense: en lugar de afianzar a su base, optó por abandonarla en aras de asegurar el apoyo de la izquierda de su partido. Lo hace porque teme una fractura en el partido demócrata, pero su manera de actuar le ha valido una gran pérdida de legitimidad y apoyo popular. Es posible que se apruebe parte de su legislación emblemática en las próximas semanas, lo que disminuiría su descenso, pero todo indica que su partido perderá las elecciones intermedias. Dicho eso, hay varios elementos jugando en esto, incluyendo la decisión de la suprema corte de revisar la ley sobre el aborto, lo que podría deteriorar el perfil de los republicanos. Es muy temprano para pronosticar lo que ocurrirá en la elección intermedia de noviembre de 2022, pero lo que parece certero es que el gobierno de Biden perderá capacidad de acción, lo que abrirá la puerta para una candidatura de Trump. La humanidad entera debería poner una veladora para que eso no ocurra, pero esto es un reflejo de la enorme debilidad del partido republicano, más que la fortaleza del expresidente.

9.- ¿Anticipa la escalada del conflicto entre Estados Unidos y China por Taiwán? ¿Podríamos llegar a un escenario efectivo de guerra abierta?

Respuesta. 

Taiwán es un peón en la mira de Beijing desde hace décadas, pero el presidente Xi ha optado por escalar las apuestas y, por lo tanto, los riesgos, de una confrontación en torno al país-isla. Mi impresión es que no habrá una invasión de la isla, pero las tensiones ciertamente seguirán ascendiendo porque nadie tiene incentivos para disminuirlas, lo que podría provocar errores de cálculo en ambos lados del Pacífico. Yo no anticipo una guerra abierta, pero estaremos permanentemente al borde de una confrontación. Quizá la llave radique en lo que haga la coalición articulada por Estados Unidos con Australia y el Reino Unido, además de otros actores regionales como India, Indonesia y Japón, todo lo cual quizá evite una guerra, pero no la disminución de tensiones.

10.- Es inevitable la pregunta sobre el 2024. ¿Alguna manifestación de la oposición tiene posibilidades reales de ganar la contienda presidencial en México?

Respuesta. 

Hay dos factores que determinarán el devenir de 2024: el primero tiene que ver con cómo concluya esta administración. Mientras mayor sea el deterioro, peores sus probabilidades de triunfar y, peor, si se llegara a fragmentar la base de Morena detrás de distintos candidatos. El otro factor tiene que ver con la oposición: por un lado, su capacidad de mantenerse unida, lo cual no es obvio; por el otro, la disponibilidad de un candidato o candidata que sea creíble y que no provenga de las filas del viejo sistema político al que la mayoría de la población reprueba. O sea, todo está en veremos, pero cualquier escenario es concebible.

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