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La conferencia de prensa por la visita de López Obrador a la Casa Blanca estuvo cargada de halagos entre los dos presidentes. De manera muy interesante, vimos al presidente mexicano decir que Donald Trump siempre ha sido respetuoso con el pueblo de México, tal vez olvidando que nos ha llamado violadores y criminales. Dijo a su vez, que Trump no le ha impuesto nada, entonces nos preguntaríamos qué pasó cuando le exigió que se desplegara la Guardia Nacional Mexicana en nuestra frontera sur o cuando México se sometió a la petición de convertirse en Tercer País para resguardar a los refugiados centroamericanos que buscan asilo en Estados Unidos, del lado mexicano de la frontera.

Asimismo, habría que recordar la forma en que los migrantes indocumentados han sido tratados desde que Trump está en el poder y sus discursos generadores de odio contra los mexicanos, como si nuestra compleja relación pudiera reducirse a las descalificaciones que emite constantemente. Estos discursos de odio han creado una animadversión entre los estadounidenses que se han traducido en violencia contra los mexicanos. Lamentablemente esto no estuvo reflejado en el discurso de López Obrador.

Hay que observar que, si se trataba de celebrar la entrada en vigor del T-MEC, faltaban dos protagonistas importantes, el Primer Ministro de Canadá y los miembros demócratas del Congreso que participaron activamente en conseguir los votos necesarios para la aprobación del tratado y que, sin embargo, no estuvieron presentes porque la visita se está realizando unos días después de que el Congreso entró en receso. Valdría la pena preguntarse si tal vez, la logística del momento, era para evitar tener que enfrentar los cuestionamientos de esos miembros del Congreso, ya que la visita se considera un espaldarazo del gobierno de México a Trump para su reelección.

Es precisamente en el marco electoral, que se está dando la visita, y los símbolos del encuentro están marcados por elementos que pueden ser utilizados en la campaña de reelección y su narrativa. Así vimos a Trump visitar el muro en Arizona solo unos días antes de la llegada de López Obrador, como si fuera un preámbulo simbólico de la relación con México. Incluso en la propia conferencia, aprovechó la ocasión para hablar de un debate interno que tiene, por la obstinación de reabrir las escuelas, que considera que lo puede ayudar electoralmente.

Lo que también pudimos ver en esa conferencia fue la lección de historia que le dio López Obrador a Trump sobre la relación de vecindad que tenemos entre los dos países, a pesar de las altas y bajas que la han marcado. Es por ello que le rindió honores a Lincoln y a Juárez en sus monumentos en Washington. Por supuesto que se refirió a los momentos en que nuestra relación ha estado en su cúspide positiva, sin hablar de los momentos bajos.

Hacemos notar que no hubo la posibilidad de intervención por parte de los representantes de los medios de comunicación, tal vez para evitar las preguntas incómodas, que serían, por ejemplo, con respecto al tema migratorio, al muro, al timing de la visita o a los insultos que hemos tenido que sortear en México. Será que en esta ocasión tampoco hubo imposición al presidente mexicano para ir a Washington a tomarse la foto con Trump, de la misma manera que no le impuso nada sobre la Guardia Nacional o los refugiados centroamericanos.

Académica de la Universidad Iberoamericana y miembro asociada de COMEXI

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