Desde que tomó posesión a la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador dijo que no saldría del país, que su canciller lo representaría en todos los eventos que se le requiriera en el extranjero. En sentido práctico, muchos de nosotros pensamos que sería cierto, ya que varias de las cosas que prometió durante su campaña y al principio de su administración, las cumplió. Recordemos algunos pocos ejemplos inmediatos como la cancelación de las obras del aeropuerto de Texcoco, la venta del avión presidencial, o el proyecto del tren maya. En todos estos casos ha procedido como ha prometido, a pesar de muchas de las recomendaciones en contra por parte de los diferentes sectores involucrados.

Esto parece no ser el caso con la visita que tiene planeada hacer a Washington el mes próximo. Y uno se preguntaría, con el carácter tan determinado que tiene, ¿qué es lo que lo apremia a visitar al presidente Donald Trump cuando se encuentra en plena campaña de reelección? Ya otro presidente había cometido el mismo error. El 31 de agosto de 2016, el entonces presidente Peña Nieto invitó a Trump durante su campaña electoral. Se decía que su secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, había tenido conversaciones con Jared Kushner, el yerno de Trump, para que lo recibiera el presidente de México.

Esto no era un asunto menor, ya que Trump solamente había emitido adjetivos y calificaciones derogatorias en contra de México y los mexicanos. El caso es que se le recibió en Los Pinos como jefe de Estado, acompañado de muchos de los que habían elaborado sus discursos y propuestas para endurecer cualquier relación con México. También debemos recordar que el mismo día se regresó a Phoenix, Arizona, a insultar a los mexicanos reiterando que son violadores y criminales y a decir que sería México quien pagaría por el famoso muro que se proponía construir.

Recordemos también que la campaña de Hillary Clinton protestó contundentemente por este acto que se consideraba un apoyo de México a la campaña de Trump. Fue un hecho muy desafortunado por muchas razones, pero principalmente porque la tradición mexicana es la de no intervenir en los procesos políticos electorales de ningún país. Y, en ese caso, la narrativa de las imágenes parecía decir lo contrario. Cabe hacer notar que varias de las imágenes de esa abominada visita fueron utilizadas en spots televisivos donde se ve a México sometido a la voluntad del candidato. Es decir, se trataba de un oportunismo político o, planteándolo en términos mexicanos, el candidato Trump había “chamaqueado” al presidente de México.

Ahora parece ser que regresamos al mismo caso, pero con un presidente que había prometido no salir del país porque los asuntos del pueblo requerían su presencia en todo momento. Así que, regresando a la pregunta original: ¿qué es lo que lo apremia a visitar al presidente Donald Trump cuando se encuentra en plena campaña de reelección? La posible y única respuesta que se puede anticipar, es que se trata de presionar a nuestro presidente para que lo beneficie en su campaña. Porque, en realidad, el argumento de que va festejar el inicio del T-MEC, parece nada más una excusa, ya que el tercero en la sociedad, el Primer Ministro Justin Trudeau de Canadá, no va a asistir.

Una cosa que parecen no saber, ni Peña Nieto, ni López Obrador, es que Trump es un hombre mediático, que sabe lo importante que son las imágenes, sabe manejar el timing de la opinión pública, sabe manosear los símbolos para que operen a su favor, conoce cómo funciona el framing mediático que le da marco a una nota periodística. Para plantearlo en términos esquemáticos, cada una de las imágenes donde salieran juntos, dándose la mano, en conferencia de prensa, respondiendo preguntas, etc., serían utilizadas para la campaña de Trump. Además, estas imágenes serían trucadas para generar una narrativa que lo favoreciera, incluso aunque no fueran verdaderas.

Otra vez estaríamos contribuyendo a la elección de un presidente que nos ha insultado abiertamente, utilizando los peores estereotipos contra los mexicanos, construyendo teorías de conspiración y encendiendo el racismo antimexicano que muchos estadounidenses sienten. Y eso sería solamente el importante asunto de rescatar nuestra dignidad nacional. En cuestiones de la relación bilateral entre México y Estados Unidos, el mensaje podría resultar adverso, ya que la campaña del candidato demócrata y exvicepresidente Joe Biden, ha hecho saber que la visita no sería bien vista por ellos y que lo considerarían un apoyo a la reelección del republicano.

Prácticamente todas encuestas actuales favorecen a Biden, así que, si llegara a ganar, esa visita podría dejar un mensaje desastroso para la relación bilateral hacia el futuro. Incluso, cualquiera que fuera el resultado, lo más seguro es que la Cámara de Representantes se mantenga en manos de los demócratas, los que a su vez muy posiblemente podrían recuperar el Senado. Esto significaría que los legisladores de las dos cámaras mantuvieran un enfriamiento en la relación con México durante los cuatro años que le quedan al presidente.

Trump está muy disminuido en la opinión pública por su manejo de la pandemia y los problemas económicos derivados de ella, además de las manifestaciones antirracistas donde él parece ser el protagonista principal y por sus discursos divisorios. Ha polarizado a la sociedad estadounidense jugando a buscar enemigos. Abiertamente ha acusado a todos aquellos que no lo apoyan o que exhiben sus mentiras, por lo que ha llamado a los medios de comunicación “los enemigos del pueblo” y la gente que sí lo apoya corea cada una de sus arengas electorales. Recordemos que unas de sus peroratas favoritas son contra los migrantes y a favor del famoso muro, al cual por cierto acaba de ir a visitar en Arizona para ponerle su firma: otra imagen electorera.

Por todo ello es que Trump necesita generar discursos significativos utilizables en forma de imágenes en su campaña. Muy probablemente, con ellas esté apostando a atraer a algunos votantes de origen mexicano, o incluso a construir y reafianzar su propia representación del “hombre fuerte” que maneja a otros jefes de Estado. Recordemos que ya lo intentó con el presidente de Ucrania o, como lo atestigua John Bolton en su libro, hasta tratar de someter a presidente de China para que lo ayuden a ganar la reelección.

Un último escenario para tratar de responder a la pregunta original sería que, tal vez sí exista una intención de López Obrador para apoyar la reelección de Trump. Los dos presidentes hablan bien uno del otro. Pero lo más importante es que López Obrador ha obedecido algunas exigencias públicas de Trump, como la de desplegar la Guardia Nacional en la frontera sur o la de albergar en el lado mexicano de la frontera a los migrantes centroamericanos que esperan la resolución de sus casos en Estados Unidos. Entonces no sería el T-MEC, ni sería una visita de Estado, ni siquiera una visita oficial, sería solamente presentarse para aparecer en la foto requerida por Trump, en el timing exacto y con los símbolos trastocados, para que pueda utilizarla en su campaña de reelección.

En días pasados, el Embajador Emérito Bernardo Sepúlveda, le envió una carta abierta al secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, para pedirle que no realicen esa visita por considerar que afectará negativamente al interés nacional, produciendo un efecto de desagrado y repudio y decepción entre los mexicanos por vulnerar los principios de nuestra política exterior. Tal vez si otros de los previos cancilleres se unieran en una manifestación pública condenando el proyecto de la visita, el equipo del presidente podría reconsiderarlo.

En caso de que esté leyendo este artículo el presidente López Obrador o alguno de sus asesores en política exterior, esta sería mi petición: Señor presidente, por favor no vaya a Washington, muchos se lo exigimos porque no nos conviene a los mexicanos. México y los mexicanos pierden con esa vista. No contribuya a un oportunismo político del que nos podamos arrepentir. Que no lo chamaqueen señor presidente.

Académica de la Universidad Iberoamericana, especialista en política y medios de Estados Unidos. Miembro asociado de COMEXI

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