Este jueves podría ser para María y sus hijos el mejor o peor día de sus vidas. Este día, se resuelve en definitiva si se queda recluida en el penal de Barrientos otros 38 años, o tiene la posibilidad de salir libre.

Derivado de un conflicto entre vecinos, la pesadilla de María comenzó el 10 de agosto de 2013 al ser detenida ilegalmente. Mediante engaños, los policías la convencieron para subirse a la patrulla con el pretexto de que únicamente iría al Ministerio Público a rendir su declaración, autoridad quien horas más tarde, le dio la calidad de imputada y ordenó su retención.

Después de haber tenido un proceso sumamente injusto, con un sin número de violaciones a sus derechos y llevar recluida en la cárcel más de seis años, María no pierde la esperanza de que esto llegue a su fin.

Cuando conocí a María y escuché su historia supe que tenía que hacer algo, por ello hace un año promoví juicio de amparo directo, mismo que está listado para sesionarse este jueves, es decir, tres magistrados de un Tribunal Colegiado del Estado de México decidirán si la sentencia condenatoria pronunciada por una autoridad inferior fue dictada conforme a derecho o no.

Como su abogada defensora, les puedo decir que no me cabe la menor duda de su inocencia. Después de dedicarle meses de estudio, de analizar audiencia por audiencia, prueba por prueba, esa sentencia es a todas luces violatoria de derechos.

La autoridad la condenó por un homicidio que no cometió con tan solo tres testimonios que refieren cuestiones tan inverosímiles como que a cien metros de distancia fueron capaces de escuchar lo que María estaba diciendo, existiendo muchas otras pruebas que ponen en duda la imparcialidad de dichos testigos y que desvirtúan lo que señalan, pruebas como las declaraciones de sus menores hijas quienes presenciaron los hechos y a las que se les dio valor probatorio nulo porque sin razonamiento alguno, así lo decidió el juzgador por más absurdo que se escuche.

Aquí es donde me pregunto, ¿en México, realmente eres inocente hasta que se demuestre lo contrario o aplica exactamente a la inversa?

A mi criterio, después de ejercer como abogada penalista por varios años, me atrevo a afirmar que sigue aplicando totalmente a la inversa, ¿cuál reforma pro derechos humanos? si los juzgadores, quienes deberían de ser neutros, resultan ser completamente parciales, y las sentencias en lugar de juzgar, discriminan y castigan al menos favorecido.

Por poner un ejemplo, en la Ciudad de México, entre enero y marzo de 2019 se emitieron 2,455 sentencias, de las cuales únicamente 109 fueron absolutorias, es decir, el 4.5%.

Si tuviéramos un Poder Judicial de primera, en donde estuvieran completamente capacitados los juzgadores, fueran cien por ciento éticos y le dedicaran el tiempo que merecen los asuntos, entonces, ese 4.5% no me asombraría porque tendría la seguridad de que no habría ningún inocente en la cárcel y que todos los asuntos se resolvieron conforme a derecho. Sin embargo, tristemente en México carecemos, en la mayoría de los casos, de juzgadores preparados, éticos y profesionales.

Cómo confiar en un sistema de justicia en donde escuchas todos los días “es que necesitamos un culpable”, “esa prueba no la había visto, ¿está en el expediente?”, “me dieron la instrucción de condenarlo”.

Urge fortalecer los procesos de capacitación de quienes juzgan, para que lejos de adoptar una postura, sean completamente imparciales y realmente resuelvan los asuntos con base en los hechos y las pruebas aportadas y desahogadas en juicio, porque no se nos puede olvidar que historias como la de María, hay miles.

Magistrados, hoy exigimos justicia para María. Esperando que este jueves en lugar de confirmar mi criterio en relación al sistema de justicia penal mexicano, me regrese la esperanza y las ganas de seguir luchando por casos como este.

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