Emilio Pradilla Cobos

Hablaremos de “cambio de sector social” y no de “gentrificación” por considerar esta última palabra como un neologismo y anglicismo en castellano. En inglés el concepto fue elaborado por Neil Smith, geógrafo marxista escocés, a finales de los años 70 del siglo XX para explicar los procesos urbanos en el centro de las ciudades anglosajonas, y que literalmente se traduciría en castellano como “regreso de la pequeña nobleza” a las áreas que antes ocupaban y abandonaron. En nuestros países no hay “pequeña nobleza” gracias a las revueltas de las masas populares. Aunque ha sido aceptado por la Real Academia de la Lengua Española en su diccionario, no deja de ser incomprensible para los sectores populares afectados por él, y uno de los múltiples anglicismos sin sentido en castellano que destruyen la lengua, también impuesta en América Latina hace más de cinco siglos.

El cambio de sector social residente en las áreas centrales de una ciudad, dotadas de todas las ventajas creadas por la vida citadina e impuestos colectivos de millones durante siglos como infraestructuras de electricidad, agua y drenaje, transporte, actividades diversas, cultura urbana y empleo cercanos, es uno de los procesos puestos en marcha por el capitalismo para volver a apropiarse de las zonas que abandonaron hace décadas —en América Latina en los años treinta del siglo XX— para llevar a cabo ahora, mediante la renta o venta de inmuebles viejos, reconstruidos o nuevos, la acumulación de capital en el sector inmobiliario. En la actualidad, son áreas urbanas gestionadas por las plataformas electrónicas (airbnb, Booking, inmuebles24, etc.) que operan crecientemente en este patrón económico capitalista neoliberal, y que han sido apoyados por los gobiernos, como lo indica el acuerdo firmado por la anterior jefa de Gobierno de la CDMX, hoy presidenta del país, con la UNESCO y la plataforma más conocida, antes citada.

Evidentemente, el nuevo sector social será el de ingresos medios o altos y el de turistas que tienen los recursos para acceder a ellas y aportar las ganancias medias o las sobreganancias a las plataformas.

Pero su funcionamiento no siempre implica un cambio de sector social residente, pues en muchos casos las personas de ingresos medios y altos siempre fueron ocupantes de estas áreas, y se trata de un simple negocio de intercambio mercantil entre iguales, como es el caso de las zonas de la avenida Reforma o de la colonia Condesa en la CDMX.

No nos extraña, por tanto, que las soluciones al problema, puesto en la mesa por las movilizaciones de protesta contra el desplazamiento de sectores sociales, inquilinos de menores ingresos de estas áreas, conduzcan al mantenimiento del proceso, al fracaso de la política misma, pues los gobiernos de la ciudad y el país no han abandonado —ni proponen hacerlo— el verdadero causante: la operación del capitalismo inmobiliario-financiero que domina la economía de las ciudades, y que promueve la planeación urbana a falta de la industria, ante la desindustrialización de estas desde 1980.

Las causas del problema de la vivienda en México —y toda América Latina—, como lo reconocen los mismos parlamentarios empezando por Ricardo Monreal, son los bajos ingresos y la falta de empleos —más de la mitad de la población económicamente activa se encuentra en la “informalidad”, incluyendo el sicariato en el crimen organizado, como forma del desempleo— que impiden adquirir o rentar una vivienda adecuada en el mercado “formal” o aún “informal”. Para enfrentar al cambio de sector social residente en las zonas centrales tendríamos, por tanto, que eliminar el capitalismo en su variante de plataforma, convencer a los propietarios de no elevar sus ganancias mediante estos nuevos inquilinos, lograr el pleno empleo y la elevación simultánea de los salarios e ingresos de la población. Mientras tanto, aplicar una política masiva de construcción pública de viviendas y regalar las unidades adecuadas a los pobladores de bajos ingresos sería la única forma de amainar el problema, no de resolverlo.

Nos prometen construir muchas viviendas de costos y precios bajos. ¿Cuántas? ¿Cómo van a lograrlo ahora? ¿Es vivienda adecuada la que tiene 36 o hasta 60 metros cuadrados para la vida plena de una familia de 5 miembros? ¿Están dispuestos los gobernantes a aplicar esta política? Hasta ahora no lo han dicho.

Integrante de Por México Hoy

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