La cuenta regresiva está en marcha y a pesar de que Nancy Pelosi, Presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, señaló que la ratificación del acuerdo era “inminente”, pero aún estamos todos en la incertidumbre.

Ante lo corto de los tiempos para que se pudiera dar la ratificación por parte del Congreso de Estados Unidos, el gobierno mexicano parece estar más que nervioso.

Todos tenemos claro que resulta necesario el Tratado entre México – Estados Unidos - Canadá (T-MEC), que bajo reglas clara puede constituir un elemento que impulse el incremento del intercambio comercial entre los países de la zona, corre el riesgo de naufragar. El congreso norteamericano podría aún votarlo el 19 de diciembre, de no ser así, por supuesto que podría ser en enero, febrero, etc., pero mientras más se acerque la fecha electoral de los Estados Unidos, se corre mayor riesgo de fracasar.

El nerviosismo del gobierno mexicano ha quedado de manifiesto por posibles acuerdos que pondrían en riesgo la integridad de la soberanía nacional. Pese al rechazo del gobierno federal, incluido el propio presidente de México, quien afirmó que “México no aceptó una petición de Estados Unidos” para enviar inspectores a centros febriles para que pudieran supervisar el cumplimiento de leyes laborales y ambientales, lo cierto es que todo indica que la propuesta sí estuvo sobre la mesa.

Lo que llama mucho la atención es que, como en otras ocasiones, la información surgió de medios de comunicación del otro lado de la frontera (Inside US Trade, entre ellos), los que afirmaban que el gobierno mexicano habría aceptado que inspectores de Estados Unidos visitaran fábricas en México para supervisar el cumplimiento de las leyes laborales.

Ventilada la información, vinieron las reacciones. El Consejo Coordinador Empresarial, por ejemplo, emitió un comunicado rechazando cualquier posible modificación al T-MEC, en la que se incluyera inspecciones laborales, calificándolas de extremas, además de inaceptables.

La reacción del gobierno mexicano vino a confirmar la existencia de dichas propuestas (“México no aceptó”, dijo Andrés Manuel López Obrador), pero todo parece indicar que no eran del todo mal vistas por los representantes del gobierno mexicano. Lo cual, de ser cierto, sería peligroso, pues implicaría ceder en decisiones que solo corresponden a México como estado soberano.

Las propuestas, que fueron entregadas por congresistas norteamericanos a Jesús Seade, Subsecretario para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y negociador del T-MEC, fueron conocidas solo hasta que en Estados Unidos se hicieron públicas.

Surgen entonces las preguntas: ¿Por qué el gobierno mexicano no informó del despropósito de tales propuestas? ¿Será cierto que, ante la urgencia que tiene porque sea ratificado el T-MEC, las iba a aceptar?

El riesgo que se presenta, es que, en caso de aprobarlo, seguramente querrán introducir el tema de la inspección laboral. En este escenario, el T-MEC tendría que ser discutido y aprobado en el Senado de la República. Lo cual sin duda no sería aceptado, pues representaría cesión de soberanía nacional. La consecuencia sería que, ante la falta de ratificación del T-MEC, continuaría vigente el TLCAN, pero hasta en este supuesto, el gobierno estadounidense podría anunciar de forma unilateral su salida del TLCAN, para lo cual bastará que lo notifiqué con seis meses de anticipación. Este escenario sería extremadamente grave.

No olvidemos que nuestro país ya ha realizado las reformas legales en materia ambiental y laboral, que eran parte de las exigencias para la ratificación del acuerdo comercial, y a pesar de ello, se ha demorado su ratificación.

Por lo visto, la presión continuará. La ratificación del T-MEC, ¿Llevará implícitos otros acuerdos inconfesables?

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