El próximo 18 de noviembre de 2021, los presidentes Joe Biden de Estados Unidos, Andrés Manuel López Obrador de México y Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá, celebrarán la primera reunión trilateral en la IX Cumbre de Líderes de América del Norte en Washington, con el propósito de reactivar los trabajos que permitan abordar la problemática regional.

En ese encuentro se tienen previstos como temas a revisar: Primero, el COVID-19 y la seguridad sanitaria en América del Norte; segundo, la cooperación para el desarrollo y la migración, y tercero, la integración económica regional para acelerar el crecimiento con equidad, anunció el gobierno federal.

En relación al Covid-19 y la seguridad sanitaria, se discutirán posibles mecanismos que permitan el acceso equitativo a las vacunas, cuando el proceso de vacunación se ha realizado de acuerdo a la capacidad de compra y de aplicación de las mismas, por parte de cada gobierno. En el caso de México, existen cuestionamientos por el nivel de vacunación, pues al 11 de noviembre pasado, en el país se habían aplicado poco más de 129 millones de vacunas, con cerca de 62 millones de personas vacunadas con las dos dosis, que representan el 49 por ciento de la población (México – Covid-19 – Vacunas administradas, Expansión).

En el tema de la cooperación para el desarrollo y la migración, el gobierno mexicano ha anunciado que lleva como planteamiento la propuesta del presidente de apoyar a los países de Centroamérica. En este rubro López Obrador ya había planteado otorgar visas de trabajo a cambio de sembrar parcelas o que el gobierno de Estados Unidos financie programas, como “Sembrando Vida”, en el sur de México y en países de Centroamérica como El Salvador, Guatemala y Honduras, sin que hasta la fecha exista una respuesta favorable del gobierno de Biden. Recientemente, el presidente anunció que en su reunión bilateral con Joe Biden, abordará la propuesta de establecer un programa de visas de trabajo para migrantes.

Lamentablemente, las causas que originan la migración son diversas y más complejas, que van más allá de la inyección de recursos económicos, como los 4 mil millones de dólares que el gobierno estadounidense anunció hace ya tiempo para apoyar a países de Centroamérica.

Será importante que los tres gobiernos se sienten a la mesa para delinear un acuerdo migratorio de gran alcance, particularmente México y Estados Unidos, que parta de una visión distinta. Establecer medidas orientadas exclusivamente a frenar los flujos migratorios de sur a norte serán insuficientes y solo pospondrán la aplicación de acciones que atiendan la problemática de fondo.

México debe asumir una posición firme y clara sobre el tema migratorio frente a Estados Unidos, en razón del número de connacionales que viven cruzando la frontera norte y por el invaluble apoyo que brindan al sostenimiento de la economía mexicana con el envío de divisas. ¿Cuál sería la situación económica y social de nuestro país sin los millones de dólares en remesas que envía la comunidad migrante mexicana radicada en el extranjero? Sin duda sería catastrófica.

La nueva visión en la atención de la problemática migratoria demanda atender aspectos fundamentales, como el combate a la corrupción en los países que son origen de los flujos migratorios que permita recuperar la confianza en sus instituciones. Sabemos que son las malas condiciones económicas, la violencia e inseguridad, las que orillan a las personas a salir de su país, pero también influyen la corrupción y la impunidad prevaleciente. Recordemos que la mencionada inversión de 4 mil millones de dólares del gobierno estadounidense estaba condicionada a que los países lucharan contra la corrupción y realizaran reformas a sus sistemas de seguridad.

La atención al tema migrante debe involucrar a la sociedad civil, como coadyuvante en la supervisión y ejecución de recursos públicos; implica la participación de otros países, particularmente los que son origen, paso y destino de las migraciones, y de organismos internacionales como parte de la estrategia que aspire a regular la migración.

A partir de esta visión, distinta y realista de las causas de la migración internacional, se estaría ya en condiciones de pensar en la inyección importante de recursos económicos, como inversión social, en todos los países de Centroamérica, en especial los del triángulo norte de esa región, para incidir en la mejora de la seguridad, la salud, la educación y el empleo, a fin de evitar que la gente se vea obligada a salir de esos países. La ecuación no es compleja: se necesita importante inversión social que genere mejores condiciones de vida a la población que más lo necesita.

Ojalá en esta reunión trilateral exista una profunda reflexión colectiva que se traduzca en poco tiempo en un gran acuerdo migratorio que asuma ya decisiones de fondo. De lo contrario, los gobiernos de la región estarían estableciendo las bases para una larga y profunda crisis migratoria que nadie desea.

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