Entendamos: Trump es siempre Trump, tratándose del país del que se trate, utilizando un discurso a modo y que sabe perfectamente bien como llegar a cada sector.

En una colaboración anterior (“México, el nuevo muro de Trump”, El Universal, 11 de junio, 2019), cité el pensamiento de Donald Trump en una frase contenida en su libro “El Secreto del Éxito”, en el que señala que “Mucha gente dice que un buen negocio es cuando ambas partes ganan, pero es falso…Acabas con tu rival y te llevas la mejor parte”. En resumen, afirmaba que Estados Unidos logró, una vez más, imponer su voluntad (“En un negocio bueno, ganas tú y no la otra parte”), cuando le impuso al gobierno mexicano el acuerdo para que nuestro país contenga la migración.

Esas líneas describen la filosofía de un hombre que está acostumbrado a imponerse a otros empresarios en los negocios y, ahora, a otros gobiernos en la política. Por ello, no debe sorprendernos que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya afirmado hace unos días que utiliza a México para proteger la frontera sur de su país.

Trump, es un hombre de negocios exitoso que está acostumbrado a ganar y como presidente utilizará, como lo ha venido demostrando, con mayor fuerza esa filosofía de ganar a como dé lugar y sobre quien tenga que pasar. No importa el personaje ni el país. Él siempre actuará igual.

Pero, en el fondo, es claro que, en el tema migratorio, el discurso que criminaliza, persigue y rechaza, le ha rendido frutos. La idea de frenar los flujos migratorios y defender a los ciudadanos estadounidenses de la “invasión” migrante, ha sido reiteradamente un argumento que le permite salir a flote frente a problemas internos, como actualmente ocurre con el anuncio del inicio de juicio político en su contra al considerar que viola la ley, incumple sus obligaciones constitucionales, traiciona su juramento y socava la seguridad nacional y la integridad electoral de Estados Unidos.

Su visión y proceder no cambiará. Los resultados del discurso que anuncia el levantamiento de un muro para frenar la migración le han sido favorables.

Por ello, aunque en el fondo existe una realidad innegable sobre las aportaciones económicas, sociales y culturales de la comunidad migrante radicada en Estados Unidos, reconocida por el propio Trump en la celebración de la herencia hispana llevada a cabo en la Casa Blanca, en donde destacó que en su gobierno el desempleo ha registrado el nivel más bajo y calificó a la comunidad hispana como luchadora, talentosa, patriota y amante de la familia, sin duda, continuará expresando la misma posición sobre los migrantes y seguirá utilizando a nuestro país como instrumento de su política migratoria y, a la vez, como escalón para su reelección.

En consecuencia, el presidente estadounidense no es el problema. En una posición autocrítica, se tendrían que aceptar que por años se cometieron errores e incurrieron en omisiones, en el manejo de la agenda bilateral con Estados Unidos, que no permitieron posicionar el tema de tal forma que se lograra un acuerdo migratorio benéfico para la comunidad mexicana migrante, por una parte, y se permitió el tránsito de migrantes hacia el norte por territorio nacional, sin control, por el permanente abandono de la frontera sur.

La situación se complicó, si a lo anterior le sumamos que, entre los hispanos, no se ha alcanzado un nivel de coordinación y de unidad que les permita hacer un frente común para plantear su problemática y exigir respuestas a nuestro vecino del norte. Es más, existen sectores de esa comunidad que avalan las decisiones del gobierno de Trump, basta ver el porcentaje, no mayoritario, pero sí importante, de latinos que votaron por Trump.

Es posible un acuerdo justo con Estados Unidos. Pero se tiene que hacer con firmeza y sin temores. De nuestra parte, siempre estaremos impulsando el respeto mutuo, los acuerdos y por supuesto la cooperación binacional.

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