El escenario geopolítico se ha transformado durante los últimos años y en este proceso de la nueva realidad, con el brutal impacto económico de la pandemia y las medidas adoptadas para frenarlo, la reconfiguración de las fuerzas a escala mundial que nos dejará la época post-Covid, nos lleva a preguntarnos: ¿El panorama mundial se dirige hacia una nueva “guerra fría”?

La interrogante surge a partir de la revisión de los efectos de la pandemia en la mayoría de los países, incluidas las grandes economías, que pareciera haber afectado de manera profunda los cimientos del orden mundial levantado desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Lo anterior no es para menos, sobre todo si consideramos que la actual crisis económica global, consecuencia de las medidas de sanidad implementadas para evitar contagios y muertes, afectaron los ámbitos económicos, políticos y sociales, colocando a países como Estados Unidos y China en una escalada de acusaciones que, en el fondo, nos adentra en una pugna por la hegemonía en ese nuevo orden aún sin definición.

En el fondo lo que estamos presenciando es una lucha entre los principales actores a nivel global, económicos y políticos, por mantener la hegemonía que la pandemia mermó en muchos de ellos, para saber que tanto se modificarán sus intereses estratégicos con ese propósito y en qué medida se verán trastocados los modelos imperantes, tanto ideológicos como económicos.

A diferencia del surgimiento del orden mundial que impera actualmente, donde la reorganización mundial fue consecuencia de la definición de las áreas de influencia geopolítica por parte de las potencias vencedoras, entiéndase Estados Unidos, Gran Bretaña y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ahora las condiciones en que se pretende hacer valer ciertas hegemonías, no derivarán de una guerra y sí, por el contrario, de una visión que ponga en un primer plano la viabilidad del ser humano, lo que implica un modelo que plantee alternativas de solución a los grandes problemas de la humanidad, como son el calentamiento global, la vigencia del estado de derecho, el respeto a los derechos humanos, una atención diferente a las migraciones, el uso de energías limpias y lograr una mejor distribución de la riqueza mundial.

Lo que vemos en el escenario mundial, son las profundas consecuencias de la pandemia como la grave crisis económica mundial y frecuentes tensiones políticas, como la que mantiene enfrentadas a dos de las economías más fuertes de planeta y las que buscan mantener su hegemonía en el actual escenario global, Estados Unidos y China.

Estados Unidos ha mantenido su presencia e influencia política y económica en el escenario internacional a partir de una economía fuerte y de su importante presencia militar en algunas regiones. China, por su parte, emerge como potencia económica, a partir de un régimen autoritario que logró combinar la economía de mercado con prácticas de control férreo a su interior.

En este contexto, es que se dan las acciones concretas para hacer valer un posicionamiento frente a la comunidad mundial. Estados Unidos, con Donald Trump formuló una serie de ordenes ejecutivas que prohíben las inversiones en poco más de treinta empresas chinas. Ahora con Joe Biden, a partir del 2 de agosto, se han prohibido las inversiones estadounidenses en cincuenta y nueve empresas chinas de tecnología y defensa por presuntos vínculos militares. China condenó tales medidas afirmando que Estados Unidos “ha reprimido y restringido sin escrúpulos a compañías chinas”.

Lo cierto es que la “guerra tecnológica” en puerta entre esas dos potencias, forma parte de la necesidad de mantener una hegemonía claramente disminuida por la pandemia. Lo que tenemos que analizar es hasta donde escalará y si la misma habrá de traducirse en una “guerra fría”, como parte del esfuerzo por frenar hegemonías y conservar privilegios e intereses.

En este nuevo contexto, obstaculizar el acceso a mercados, al capital y a la tecnología, no han tenido el efecto que Estados Unidos esperaba frente a China, sobre todo considerando que sus empresas son prácticamente autosuficientes.

En consecuencia, lo que estamos viendo es una guerra tecnológica entre potencias cuyas trincheras son la competencia, la demanda y el capital en un campo de batalla que es el sistema internacional de mercado.

La respuesta a la pregunta que nos formulamos sobre una posible “guerra fría”, después de esta reflexión, es que esperamos que este enfrentamiento tecnológico traiga consigo una acelerada mejora y mayor accesibilidad a la tecnología y no se convierta en un freno para su desarrollo. Vemos lejano que pueda escalar a un enfrentamiento aún menos deseado, como el militar.

Frente a la amenaza del Covid-19, con el amplio nivel de contagios y pérdida de vidas, se requiere más que nunca la cooperación internacional para superar una pandemia que ha logrado no solo colapsar los servicios sanitarios, sino que ha frenado las economías de todos los países. El diálogo y la cooperación deberán ser el camino para superar las diferencias entre los países y establecer una visión que piense en la viabilidad humana en el planeta.

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