La IX edición de la Cumbre de Las Américas que se celebra en Los Ángeles, Estados Unidos, se desarrollará en un marco de cuestionamientos y debates previos por la determinación del país anfitrión de no invitar a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Al encuentro, que inició en 1994 con el presidente Bill Clinton, asisten los Jefes de Estado y representantes de gobiernos de los países del Continente Americano, en un contexto marcado por la grave situación económica mundial a consecuencia de la pandemia y por el resurgimiento de gobiernos populistas, los problemas ambientales, el cambio climático y la crisis migratoria acrecentada por la aun esperada recuperación económica en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe.

La Cumbre de Las Américas se trata de un encuentro que se venía realizando cada tres años, donde líderes de América del Norte, Centroamérica y Sudamérica se reúnen con el propósito de debatir y acordar acciones conjuntas que sirvan a la resolución de problemas compartidos mediante la cooperación a fin de avanzar en la integración de la región.

En esta edición se realizarán además tres foros oficiales que comprenden reuniones con organizaciones: El Noveno Foro de la Sociedad Civil; el Sexto Foro de Jóvenes de las Américas, y la Cuarta Cumbre de CEO de las Américas.

Durante su vigencia, en la Cumbre se han abordado distintos temas del interés de las naciones participantes, como la promoción de los derechos humanos, el fomento al crecimiento y al desarrollo económico, el combate a la corrupción, la promoción de la competitividad económica, el uso de las tecnologías de la comunicación, el combate al tráfico ilícito, la migración y la seguridad regional, entre otros.

Durante sus distintas versiones, nuestro país ha desplegado una política internacional apegada a los principios contenidos en la Constitución, pero además ha prevalecido una importante participación que busca confluir en principios compartidos y la canalización de las problemáticas a través de los mecanismos institucionales reconocidos por los países participantes. Dentro de los principios se encuentran la participación de la totalidad de los países de Las Américas con gobiernos democráticamente electos que operen con economías de libre mercado, que desarrollen negociaciones internacionales multilaterales igualitarias y asuman acuerdos por consenso. El mecanismo institucional comprende todo un proceso multilateral que se traduce en la denominada Declaración de Compromiso de la Cumbre.

México ha aprovechado este tipo de reuniones para obtener compromisos concretos en materia de la promoción de la libertad de comercio y la inversión, la promoción de reformas en materia migratoria, además de promover el diálogo político al más alto nivel y promover la inclusión de otros países, como Cuba, en aras de alcanzar un efectivo diálogo hemisférico. En la agenda de nuestro país en la Cumbre de Las Américas prevalecen temas como la educación, la salud, energía, migración, combate a las drogas, seguridad, participación ciudadana y gobernabilidad.

No obstante, en este nuevo episodio y estando aun latentes las secuelas de la pandemia, con la crisis mundial generada por las medidas para combatirla, se presenta una importante oportunidad para que México reoriente su política exterior, con acciones más cercanas a los países hermanos de América Latina y el Caribe, con quienes compartimos historia y problemáticas similares, pero que también abandere las preocupaciones de esas naciones y despliegue una estrategia diplomática que incida en un cambio en la política que los Estados Unidos utiliza hacia la región.

Retomar las condiciones de un continente que ha sufrido invasiones, saqueos, golpes de Estado, dictaduras e injerencias en los procesos internos de algunos de sus países, demanda que México promueva el diálogo para llegar a acuerdos que vayan más allá de temas del interés de Estados Unidos, como la migración irregular y el estado de la democracia regional, y abordar los asuntos que preocupan a los gobiernos de América Latina y el Caribe, tales como las acciones post pandémicas que permitan una pronta recuperación de sus economías, medidas que aceleren el hasta ahora mínimo crecimiento y los problemas de seguridad y desigualdad de sus sociedades.

Estamos convencidos que es un momento importante para fortalecer las relaciones hemisféricas que permita dar paso a la atención de las verdaderas prioridades de los países participantes. Esto implica un cambio en la visión y el trato que Estados Unidos ha venido dando a los países de la región.

La política exterior de México debe desplegar los años de experiencia alcanzados y el prestigio que aún le queda en abonar a la construcción de una política regional que reconozca que los países de América Latina y el Caribe son los únicos que deben definir sus propias políticas y, de manera paralela, construir los puentes para diseñar una política hemisférica de consenso.

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